Virgen y Madre

María, Madre de Dios y Madre Nuestra es la fiel intercesora que siempre acoge nuestras plegarias.

Cuando Zacarías se enteró que iba a ser padre de Juan Bautista, dudó de su vocación y vaciló: “¿cómo es posible a mi edad?, SOY VIEJO y mi mujer también” (Lc 1, 18). Y en castigo de fe tan esclerótica y anquilosada, el arcángel lo dejó mudo.

Pero un día llamó a su puerta la Virgen Santísima, llevando a la sazón a Jesucristo en sus entrañas. Diligente y hacendosa, María colmó de alegría y luz el hogar de sus ancianos parientes, que esperaban también a su niño: Juan. ¡Tres largos meses de estrecha convivencia!

¿Y cómo se saludan María y Zacarías? Ella, con mirada cariñosa y elocuente, decía sin palabras: “creo en ti, veo al joven que esconden tus arrugas, veo al santo que te da miedo ser…” Y Zacarías replicaba: “¡mm, mm!”, ¿pues qué iba a hacer, mudo como estaba? Y a la hora de la comida, y junto al fogón, o camino del pozo, o en el corral, o dondequiera que se cruzaban, se repetía este diálogo tácito.

“SOY VIEJO”, había dicho aquel día al ángel. Pero ahora, con estos encuentros maravillosos, Zacarías recobraba paulatinamente la juventud. Al tiempo que Jesús crecía en María, también iba creciendo, misteriosamente, en él: ¡él gestaba a Jesús!

Cuando tu fe se anquilose y arrugue, recibe también a la Virgen. Encuéntrala en tu habitación, en la sala de estar, en tu trabajo, en todos esos lugares donde has colocado el cuadrito, la figurilla, la estampa…Ella te mira desde sus imágenes, y hace crecer en ti al que crece en ella. No importa si estás tan viejo, mudo y bobo que sólo respondes con balbuceos.

Llegará el día en que tu fe romperá como presa que se desborda. Como Zacarías al cabo de los tres meses. La voz que Gabriel le quitó justamente, se la devolvió María misericordiosamente: SE DESATÓ EL NUDO DE SU LENGUA Y EXCLAMÓ: BENDITO SEA EL SEÑOR… (Lc 1, 64-68).


Presentimientos y antojos. == Es tan intensa la esperanza, tan excesivo el porvenir, pesa tanto la ilusión, que el corazón de la embarazada parece necesitar el contrapeso de lo más palpable e inmediato. Ahora nota vivamente su dependencia de los demás; lo que antes eran gestos prosaicos e insignificantes, ahora no le pasan inadvertidos; el mínimo servicio se torna un don, el descuido más pequeño hiere como un desprecio.

¿Cómo acompañaremos a María en este trance? ¿Qué atenciones, qué cuidados, espera de nosotros, ahora, que la ausencia y la presencia de su Hijo se unen, a la vez, en su corazón?

Dime tus antojos, Madre mía, déjame satisfacer tus caprichos, déjate cuidar por mí. Dime qué quieres hoy y ahora y comprenderé lo que presagias para mañana y después. Te regalo lo pequeño y menudo para recibir de ti al Gran Rey. Cumpliendo tus antojos participaré en tus presentimientos.


¿ACASO PUEDE UNO VOLVER AL SENO MATERNO Y NACER? (Jn 3, 4). == Nicodemo se asombra de la propuesta de Jesús: ¿cómo volver a mi madre, con lo crecido y viejo que soy?

Pero el Señor se refiere a la Iglesia, que gesta a sus hijos como madre encinta, hasta nuestro nacimiento en el Cielo. == No se trata, Nicodemo, de que regreses al seno materno, sino de reconocer que, misteriosamente, aún permaneces en él…

En esto Jesús habla por experiencia: Él no deja de salir de María: siempre está como naciendo de Ella. Vive en su Madre de modo análogo a como vive en su Padre Eterno.


BENDITO EL FRUTO DE TU VIENTRE (Lc 1,42). == Virgen Santísima, que el fruto que yo doy, mis obras,

se recapitulen en el fruto que tú das, Cristo.

Transforma mi eficiencia en tu fecundidad,

tú, que eres LA RAÍZ DE JUDÁ, EL TRONCO DE JESÉ (Isaías 11, 1).


PORQUE UNA CRIATURA NOS HA NACIDO, UN HIJO SE NOS HA DADO (Isaías 9, 5). Jesús nace para nosotros, los hombres: es nuestro. Y los ángeles de Belén parecen tenernos envidia cuando lo anuncian: “HOY OS HA NACIDO … EL SALVADOR (Lc 2, 11).

La gestación es esa larga pregunta de nueve meses que dice: “¿quién eres?” Y naciendo, el hijo responde: “soy yo”. El hombre nace respondiendo. La vida humana tiene forma de diálogo desde el primer instante. Pero el caso de Jesús es especial. Con su nacimiento no dice “soy yo”, sino “soy para ti”.

Jesús nace en tu busca; crece hacia ti en el seno de María; viene para ti. Apenas abra los ojos en Belén preguntará “¿dónde estás?”.


Dime Niño, ¿de quién eres? (Villancico popular) == Pilato hace una pregunta parecida durante el proceso a Jesús. Impresionado por la majestuosa serenidad del Señor en medio de calumnias y traiciones, Pilato no puede contenerse; ya no le bastan los informes de sus agentes: ¡le urge saber quién es este hombre!

Y ENTRÓ DE NUEVO EN EL PRETORIO Y DIJO A JESÚS: ¿DE DÓNDE ERES TÚ? (Jn 19, 8-9).

¿DE DÓNDE ERES? Porque la clave de la identidad está en el origen. ¿De dónde has salido? La respuesta que busca Pilato, lo sepa o no, es María. Lástima que no supiera el viejo villancico: soy de la Virgen María y del Espíritu Santo…


Dándome al Niño dormido

Virgen Santísima,

tú te me das en Él.

Me lo das soñando contigo,

llevándote a ti en sueños:

me lo das contigo dentro.

Me lo das dormido en ti,

resonando en sus oídos

la nana que le has cantado.

En su piel lleva tu tacto.

Me lo das hecho a ti,

tibio de tu regazo.

Hace un rato pataleaba,

y ahora, meciéndolo y arrullándolo,

tú lo has apaciguado.

En tu regazo la Paz en persona

se serena y acurruca.

Tú, Madre mía, das paz a la Paz.

Dormido me lo das más,

me lo entregas entregado.

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Un comentario

  1. Buena noche… gracias a ustedes puedo aprender mas de nuestra Santa Madre, Madre de Dios, Virgen Nuestra, mil gracias por tener esta información y ayudar a personas como yo que necesitamos conocerla y amarla cada vez más…

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  4. Gracias a la información que podemos encontrar en estos espacios, crece nuestra formación espiritual y cristiana hay mucha riqueza en estos temas

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