Edith Stein: El Pensamiento que sirve | Agosto 9

Exitosa e inteligente, de pensamiento profundo y lógica impecable, decidió un día buscar la verdad… Y la encontró.

Hoy quiero contarte la apasionante historia de una mujer del siglo XX que se codeó con los hombres más importantes de su profesión en su tiempo, de lógica imperturbable y científica cuya vida giro en torno a la búsqueda incansable de la verdad ¿qué es el hombre? ¿Cuál es su fundamento? ¿Dónde está su unidad y el sentido de su existencia? Son tres preguntas fundamentales que acompañaron a la fenomenóloga y filósofa Edith Stein, a quien hoy conocemos como Santa Benedicta de la Cruz, santa patrona de Europa.

Esta alemana de origen judío fue una estudiante brillante de la fenomenología en la Universidad de Gottiengen y a quien Husserl escogió antes que a Martín Heidegger (uno de los filósofos más importantes del siglo XX) para ser su asistente de cátedra. Como mujer en la época de 1916 esto era un logro impresionante.

De una personalidad marcada fuertemente por la determinación, la tenacidad, terquedad y seguridad en sí misma recibió el título de Filosofía de la Universidad de Friburgo, obteniendo la calificación de «summa cum laude». Luego Max Séller («inventó» el concepto actual que tenemos de los valores), Husserl, Henry Conrad-Martius, Adolf Reinach ,Dietrich Von Hildebran y Martin Heidegger serían sólo algunos de sus compañeros de trabajo en el cerradísimo círculo de pensadores de su época.

Siendo una mujer con una personalidad de alta tensión y fuertemente pasional, así como totalmente racionalista y atea, en el fondo mismo de su corazón la semilla de la generosidad y servicio a la humanidad era más fuerte. Lo que la llevo a enlistarse en la Cruz Roja como enfermera durante la primera Guerra mundial. Sus palabras fueron: «ahora mi vida no me pertenece. Todas mis energías están al servicio del gran acontecimiento. Cuando termine la Guerra, si es que vivo todavía, podré pensar de Nuevo en mis asuntos personales. Si los que están en las trincheras tienen que sufrir calamidades, ¿porqué he de ser yo una privilegiada?»

Todo esto revela la herencia de un alma buena, de un alma que en ese momento no conocía lo que era la gracia de Dios y el sentido de la trascendencia, pero que sin embargo ante la acción por el bien común de los de su pueblo, se autrotrascendía. En 1915 recibe la medalla «al valor». Otras características humanas de su carácter brillaron en ese período como fueron su amabilidad, paz, silencio, servicio y dominio de sí misma. Todo el mundo la quería y todavía la luz de la verdad no reinaba en su alma.

Tras retornar de la experiencia de la guerra, retomó su vida de estudiante, pero las dudas profundas, la insaciable hambre de verdad volcada a la filosofía y el testimonio de muchos cristianos durante el período de la Guerra comenzaron a socavar en ella su hasta entonces radical ateísmo. Los diálogos con el filósofo Max Scheller -que paradójicamente se había apartado de la Iglesia-, pero sobre todo la lectura de la vida de Santa Teresa de Jesús, terminaron completando la obra que Dios había iniciado en ella: su conversión al catolicismo. Un día y estando en casa de su amiga Hedwig Conrad- Martius tiene acceso a leer la biografía de quien pasaría a ser su maestra de vida interior, Santa Teresa de Jesús. Edith, no pudo soltar el libro de su vida, sino hasta terminarlo. Intelectual y lógica como era, leía y analizaba cada página a medida en que se adentraba en su lectura, hasta que finalmente su raciocinio se sometió a la gracia haciéndola pronunciar aquellas palabras desde su corazón femenino de mujer: «esta, es la verdad».

Edith Stein voluntariamente había dado el gran paso que marca la vida de una mujer y la hace descubrir el verdadero motivo y sentido de su existencia. A partir de ese momento empezó su incansable estudio por la doctrina católica y el 1 de Enero de 1922 recibió el bautismo. Su encuentro con la verdad, sin embargo, no es una «caída de caballo», sino es el fruto de una larga y difícil búsqueda, premiada por sus esfuerzos y su constancia.

Edith Stein vivió en nuestra época de moderna incredulidad y fue testigo de un momento histórico que la llevo a tener esa tensión sostenida entre lo científico y lo religioso. A pesar de la forma tan audaz en que Max Scheller le explicó que sólo la religión hace al hombre lo que tiene que ser, no fue sino hasta el acontecimiento de la muerte del joven filósofo Adolfo Reinach y su encuentro con su viuda lo que hace que esta científico tenga un contacto directo con la esencia de la verdad. Cuando Edith iba a dar el pésame a la joven viuda, se preguntaba, ¿qué voy a decirle a está pobre y abatida mujer?- La actitud que vio en ella la dejo altamente impresionada, la muestra de su fortaleza, fue la forma en la que fe comenzó a brillar en ella a través del misterio de la cruz. Edith encontró el verdadero sentido de la vida y del servicio, no radicado en el puro humanismo, sino en el descubrimiento de lo eterno.

Conversión y Profesión

Luego de esta experiencia escribe: «este fue mi primer encuentro con la cruz y con la divina virtud que ella infunde a los que la llevan. Entonces vi por primera vez y palpablemente ante mí, en su Victoria sobre el aguijón de la muerte, a la Iglesia nacida de la pasión del Redentor. Fue el momento en que mi incredulidad se desplomó y Cristo irradió, Cristo en el misterio de la cruz». No contenta con esto empieza a leer el Nuevo Testamento. La fenomenóloga brillante quiere rendirse a la gracia, pero atraviesa crisis profundas. Crisis en las que su voluntad se resiste. Edith estudia incansablemente «los fenómenos» que se van sucediendo en su alma, se apasiona por «explicar» que es lo que pasa sin lograrlo. Esto la lleva a tener un cansancio crónico pero que finalmente le muestra lo que es el poder de la gracia de Dios en el alma. Ella misma escribe: «hay un estado de sosiego en Dios, de total relajación de toda actividad espiritual, en el que no se hacen planes ningunos, no se toman decisiones de ninguna clase y , sobre todo, no se actúa, sino que todo el porvenir se deja a la voluntad de Dios, se abandona uno totalmente al «destino». Edith ha descubierto la verdad y se entrega.

A partir de su conversión y de la lectura profunda con el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, la filósofa y fenomenóloga vio que era posible que la actividad científica se convirtiera en un verdadero apostolado. Ella misma lo expresa: «que sea posible dedicarse a la ciencia como servicio divino lo he descubierto claramente en Santo Tomás, y sólo siendo así he podido decidirme a reemprender de Nuevo seriamente el trabajo científico». Edith se dio a la tarea de traducción del De Veritate de Santo Tomás ajustándolo al lenguaje moderno filosófico. Además de esto reinicia sus conferencias en las cuales predominaba la unidad de pensamiento. En ellas aparece con claridad y sin dualismos de ningún tipo el gran problema en el desarrollo en plenitud de la vida cristiana: unir lo espiritual a lo material, lo divino a lo secular, la fe con la cultura, lo eterno a lo temporal. El ser conferencista era una labor vital y de naturaleza apostólica, el vehículo utilizado para llevar el mensaje del amor de Dios en la persona de Jesús a todas las almas.

Esto queda escrito en una carta de 1930: «yo soy solamente un instrumento del Señor. El que viene a mí, hacia Él lo quisiera conducir. Y donde yo percibo que no es así, sino que prima mi interés personal, entonces ya no sirvo como instrumento suyo y tengo que pedirle al Señor que ayude por otros medios. El nunca depende sólo de uno». Por fin, después de muchos años y luchas, como las tienes tú y las tengo yo, el sueño profesional de esta mujer se realiza.

Es llamada para ser profesora de Pedagogía y Antropología de la Universidad en Munster. Esta vez, sus clases sin embargo se concentran en la educación de la persona dentro del cristianismo y los fundamentos de la formación femenina.

Una cuestión decisiva

Te he hablado ya amiga mía de Edith Stein la intelectual, la conferenciante, la mujer, la escritora, la brillante profesional. Sin embargo, en Edith después de su bautismo emergió la seguridad de su vocación hacia la vida religiosa. Ella misma escribía a su hermana Rosa en una ocasión: » Un cuerpo, pero mucho miembros. Un espíritu, pero muchos dones.

¿Cuál es el lugar de cada uno? Esta es la pregunta vocacional. La misma no puede ser contestada sólo a base de auto-examen y de un análisis de los posibles caminos. La solución debe ser pedida en la oración y en muchos casos debe ser buscada a través de la obediencia». Es difícil imaginar a una mujer con la tenacidad de su carácter someterse a la obediencia. Pero en efecto, ella lo hizo.

El pensamiento racionalista, los derechos femeninos, (me imagino que conoces a algunas de las feministas de nuestra época). Pues Edith Stein también lo fue ya que quiso acceder a una cátedra universitaria en Gotinga, Friburgo y Kiel y no lo consiguió por su condición de mujer. Este fracaso la llevó a dedicarse a la actividad política hasta ver concretada la conquista del derecho al voto y la igualdad en la mujer.

Las aspiraciones profesionales, pasaron a un plano totalmente secundario cuando Edith decidió en medio de su silencio interior escucha la voz de su corazón, la llamada única e irrepetible y abraza la vida religiosa. Entonces la famosa y brillante conferencista católica murió al mundo y paso a ser parte voluntariamente de un anonimato por tanto tiempo anhelado. ¡Una verdadera locura!

¿Cómo a alguien se le ocurre renunciar a la fama y el éxito de esa manera especialmente después de luchar tanto? Ella que hubiera sido nombrada «Filósofa del siglo XX» si no se hubiera retirado. Pero Stein desapareció de la vida pública y la Orden de El Carmelo abrió sus puertas a una de las grandes pensadoras de nuestra época. Su nombre a partir de ese momento fue Teresa Benedicta de la Cruz. La sierva del Señor, la esclava, la misionera, la santa. Fue ahí donde concluyo la más admirable y profunda de sus obras, no ya para brillar, sino para obedecer. Comienza un itinerario espiritual con base científica de lo que debe de ser la vida de fe para el cristiano. Estando en oración en el Carmelo de Echt el 2 de Agosto de 1942 es arrestada por dos oficiales de la Gestapo. Muere en la cámara de gases den Auschwitz el 9 de agosto de 1942 ofreciéndose como holocausto para la salvación de las almas y con la oración de un Padre Nuestro en los labios. Su cuerpo fu enterrado en la fosa común.

El telegrama que Edith había enviado a la Priora de Echt antes de ser evacuada a Auschwitz, contenía esta declaración: «No se puede adquirir la ciencia de la Cruz más que sufriendo verdaderamente el peso de la cruz. Desde el primer instante he tenido la convicción íntima de ello y me he dicho desde el fondo de mi corazón: Salve, oh Cruz, mi única esperanza».

Su Legado

La vida de esta mujer es totalmente apasionante, iluminadora, contundentemente arrasadora, especialmente para quienes aspiran a una vida intelectual o se precian de serlo. Para Edith Stein la bondad en el corazón iba antes que la sabiduría, que el conocimiento. Edith Stein, nuestra hermana representa todo aquello que puede llegar a conseguir una mujer cuando es dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo, cuando su raíz es Cristo. Algo muy difícil de hacer en una época tan oscura como las que nos ha tocado vivir. Asesinada en el año 1942 es hoy cuando comienza a brillar de una forma impresionante la fuerza de su pensamiento femenino.

Necesitamos estudiar la filosofía católica que nos ha dejado esta gran mujer como herencia para formarnos a nosotras mismas y para formar a las futuras generaciones. Especialmente nuestras niñas, nuestras jóvenes, no debemos olvidar sus palabras: «todo el pueblo tiene necesidad no sólo de lo que tenemos, sino también de lo que somos». «Nada nos hace hoy más falta -declara- como el bautismo de espíritu y de fuego. En el gran combate entre Cristo y lucifer, han de formar el frente aquellos que están llamados a formar hombres.» ¿Quiénes sino nosotras las mujeres? Esta gran mujer y maestra de vida intelectual y espiritual te propone ser más mujer desde una vida de fe viva, de auténtica oración interior y de una formación profesional no simplemente intelectual, sino también afectiva. Esto es, conocer tu corazón para educar más y mejor. Amplitud, paz, vacío de sí mismo, calor humano, y claridad son las condiciones que Edith considera necesarias.

Sólo en el corazón receptivo, vacío y sosegado puede penetrar la gracia para hacer de la mujer lo que debe ser. Piensa pues amiga, si tu alma está verdaderamente anclada en lo eterno, pues sólo de esta manera podrás dar lo que hayas recibido. No importa que tan profesional y ejecutiva seas, lo importante es que lo pienses y entonces des el paso que te llevará a iluminar el mundo con la luz de la verdad. Como lo hizo Edith, nuestra hermana.

Para saber más sobre Edith Stein:

Ciencia de la Cruz, Edith Stein, ahora que son las 12, Eduardo Gil de Muro.
Una espiritualidad para hoy según Edith Stein, Fco Javier Fermin.
Edith Stein Modelo de Mujer Cristiana, Fco Javier Sancho Fermin.
Autorretrato Epistolar (1916-1942), Cartas.
Estrellas Amarillas:Autobiografía: Infancia y Juventud.
La Mujer por Biblioteca Palabra.
Edith Stein Obras Selectas por Javier Sancho.

FIRMASHEILA

Sheila Morataya
Austin, TX
www.sheilamorataya.com
Compra mi libro «El espejo : ámate tal como eres»


Sheila Morataya es la Editora de la sesión de la mujer desde la creación de encuentra.com Es psicoterapeuta, coach de vida y talento para la radio y la televisión en los Estados Unidos. Actualmente es Productora Ejecutiva para Relevant Radio en español en los Estados Unidos. Autora de 6 libros entre ellos «El espejo: ámate tal como eres».

Cuando no está trabajando puedes encontrarla sembrando flores, dando clases de desarrollo personal a jovencitas o cocinando para su familia. Puedes escribirle a  sheila@sheilamorataya.com

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11 comentarios

  1. Muchísimas gracias por esta gran enseñanza. Es en verdad un tesoro al pensamiento , a la conciencia y al alma .

  2. EXCELENTE ARTÍCULO, EN LO PERSONAL DESCONOCIA A EDITH, Y ES LO QUE NECESITAMOSACTUALMENTE. COMO MUJERES SER CONOCEDORAS DE NUESTRO POTENCIAL ESPIRITUAL Y HUMANO, PONIENDOLO AL SERVICIO DE LOS DEMAS EN NUESTRA VIDA DIARIA Y SOBRE TODO SER FORMADORAS DE NUESTROS HIJOS Y DE NUEVAS GENERACIONES CON ESTA INQUIETUD, FORTALEZA, ASTUCIA Y TERQUEDAD EN EL ESPIRITU COMO LO VIVIO EDITH, UN EJEMPLO A SEGUIR.

  3. esta historia es muy conmobedora para seguir el ejemplo de esta gran mujer el camino no es facil pero si tu quieres lo pude ser

  4. esta historia es muy conmobedora para seguir el ejemplo de esta gran mujer el camino no es facil pero si tu quieres lo pude ser

  5. MUY BUEN ARTÍCULO. Me encantó esta breve biografía y me inspira a seguir su ejemplo esta vida llena de amor y obediencia al Padre. Realmente es muy inspiradora esta historia que no es tan lejana a nosotros.

  6. En el lugar q nos encontremos podemos ser testimonio de fè, con la gracia de nuestro Padre, hermosa semblanza de esta mujer admirable, muy inspiradora

  7. es impresionante la fe de esta mujer, tan mujer y tan santa,de verdad un ejemplo y un regalo de Dios hacia nosotras las mujeres de este siglo.felicitaciones a sus editores,gracias por ofresernos esta cultura de fe

  8. Me ha gustado mucho esta semblanza de Edith Stein, he leído un poco de ella y me impresiona su vida. Mil gracias por esta publicación. Me dedico a la docencia.

  9. Me ha gustado mucho esta semblanza de Edith Stein, he leído un poco de ella y me impresiona su vida. Mil gracias por esta publicación. Me dedico a la docencia.

  10. Me ha gustado mucho esta semblanza de Edith Stein, he leído un poco de ella y me impresiona su vida. Mil gracias por esta publicación. Me dedico a la docencia.

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