Nuestra Madre Santísima siempre está con nosotros

Nuestra Madre la Virgen no sólo ha seguido ocupándose de sus hijos, los hombres, desde el Cielo, sino que, -en algunas ocasiones, ha bajado aquí a la tierra, para darnos, de manera más tangible, sus palabras de aliento para amar más a su Hijo y conseguir la vida eterna.

En muchos lugares, a lo largo de la historia del Cristianismo, hay testimonios de apariciones de Nuestra Señora y, ahora, en estos tiempos, siguen multiplicándose estos testimonios, como muestra de la solicitud de Nuestra Madre por sus hijos.

«Desde el primer momento de la vida de la Iglesia, todos los cristianos que han buscado el amor de Dios, ese amor que se nos revela y se hace carne en Jesucristo, se han encontrado con la Virgen, y han experimentado de maneras muy diversas su maternal solicitud Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, n.141).

ALGUNAS APARICIONES DE LA VIRGEN

Entre las muestras de amor de Nuestra Madre, tomando una figura visible para hablar con sus hijos, destacan las siguientes:

Aparición a San Simón Stock

En Inglaterra, el 16 de julio del año 1251, en la pequeña localidad de Aylesford, en el Condado de Kent, cerca de Canterbury, «se apareció la gloriosa Reina de los Cielos a San Simón Stock, con majestad, acompañada de muchos ángeles y llevando en la mano un escapulario que entregó al santo, con la promesa de su asistencia maternal a cuantos lo llevaran a la hora de la muerte» (Butler, Flos Sanctorum, Vol.II, p. 316).

Apenas se publicó en el mundo la noticia, comenzó a propagarse esta devoción y pueblos y reyes se impusieron el sagrado escapulario y se alistaron en la cofradía de la Virgen del Carmen, que así comenzó a llamársele. Los Sumos Pontífices la aprobaron y colmaron de alabanzas y la misma Reina de los Cielos la confirmó con admirables prodigios.

Aparición de la Virgen de Guadalupe

Diez años después de la conquista de México, en los príimeros días del mes de diciembre del año 1531, según relata el «Nican Mopohua» (Antonio Valeriano; cfr. traducción de Ma rio Rojas, Puebla, México, 1989), «cuando ya estaban depues tas las flechas y los escudos; cuando en todas partes había paz en los pueblos», la Virgen María se apareció «a un indito, pobre hombre del pueblo», de nombre Juan Diego, vecino de una aldea cercana a la gran ciudad de México.

Primera aparición (9-XII)

Era un sábado de madrugada cuando, al pasar cerca del cerro de Tepeyac, «oyó que lo llamaban y vio a una doncella que allí estaba de pie, su vestido relucía como el sol y el resplandor de Ella como de preciosas piedras. Y la tierra en que estaba relumbraba como los resplandores del arco iris en la niebla”. Juan Diego se postró en su presencia y escuchó que le dijo en su lengua: «Has de saber y tener por cierto, hijo mío, el más pequeño, que soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, y mucho deseo que aquí se me levante una casa, en donde mostraré a las gentes, en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salva ción … porque yo, en verdad soy vuestra Madre compasiva; tuya y de todos los hombres que en esta tierra estáis en uno».

Juan Diego fue al Obispo a llevar su mensaje … pero no le creyeron.

Segunda aparición (9-XII)

El mismo sábado, por la tarde, al volver de la ciudad de México, nuevamente se le apareció la Señora en el cerro del Tepeyac. Juan Diego le refirió su entrevista con el Obispo: le dice que no le creyeron. Además, le manifiesta que por su indignidad sería mejor usar otro intermediario. La Santísima Virgen le contestó: «Es muy necesario que tú personalmente vayas, ruegues … hazle oír mi querer, mi voluntad para que haga mi templo que le pido». Luego, Juan Diego, siguió camino de su casa.

Tercera aparición (10-XII)

Al día siguiente, Por la mañana, Juan Diego fue a ver al Obispo para decirle lo que nuevamente le había dicho la Señora… El Obispo, luego de escucharlo, le pidió que le llevara una señal con la que probara que lo enviaba la Reina del Cielo. De regreso a su casa, otra vez, se le aparece la Señora en el cerrito; Juan Diego le habla de la entrevista que tuvo con el Obispo y, de cómo éste le pidió una señal para poder creer le. «Bien, hijito mío, volverás aquí mañana para que lleves al Obispo la señal que te pide … y sábete, hijito mío, que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has tenido», le dijo la Señora.

Cuarta aparición (12-XII)

Al día siguiente, lunes, cuando Juan Diego debía volver a encontrarse con la Señora, no lo hizo, porque su tío, Juan Bernardino, había enfermado de gravedad y se quedó el día acompañándolo. Por la noche, su tío le rogó que por la madrugada saliera a Tlatilolco -en la ciudad de México- para buscar algún sacerdote que lo fuera a confesar y preparar a morir, pues estaba seguro que ya no se curaría. El martes, estando aún muy oscuro, salió en búsqueda del sacerdote. Tratando de esquivar a la Señora, porque tenía prisa, Juan Diego fue por otro camino de la parte orienta] del cerro,» pensando que por donde dio la vuelta no le podría ver La que perfectamente a todas partes está mirando». Pero la doncella otra vez se le apareció y Juan Diego, algo avergonzado, le dice: *»Mi jovencita… Niña mía, ojalá que esté contenta. ¿Cómo amaneciste … . Señora mía, Niña mía?» Y de nuevo Nuestra Señora le habló, esta vez para manifestarle que tuviera confianza en Ella: «»¿No estoy aquí yo, que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa? Que ninguna otra cosa. te aflija, te perturbe». Y, la Reina Celestial le mandó, sencillamente, que subiera a la cumbre del cerrito a cortar y trerle las flores que encontrase. «Cuando llegó a la cima se admiró de cuantas flores había: muy variadas, bellas y hermosas … siendo que todavía no era tiempo de ellas. Difundían un olor suavísimo; como perlas preciosas, como llenas de ro cío nocturno. Luego comenzó a cortarlas; todas las juntó y las puso en el hueco de su tilma y, enseguida bajó; vino a traerle a la Niña Celestial las flores que había ido a cortar. Cuando ella las vio, con sus venerables manos las tomó; luego otra vez se las vino a poner en el hueco de su ayate y le dijo: mi hijito menor, éstas flores son la prueba, la señal que llevarás al Obispo. De mi parte le dirás que vea en ellas mi deseo, y que por ello se realice mi querer, mi voluntad … para que se haga, se levante mi templo que le he pedido».

Juan Diego presenta las flores al Obispo

«Juan Diego, muy contento y sosegado su corazón, dis frutando del aroma de las preciosas flores enseguida vino a tomar la calzada que viene derecho a México, y fue a ver al Obispo … Y, habiendo entrado, en su presencia se postró como ya antes lo había hecho. De nuevo le contó lo que había visto y admirado, y dio su mensaje y la señal que traía…; luego extendió su blanca tilma, en cuyo hueco había colocado las flores. Y así como cayeron al suelo, luego allí se convirtió en señal, se apareció de repente la Amada Imagen de la Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, en la forma y figura que ahora está … Y en cuanto la vio el Obispo y todos los que allí estaban, se arrodillaron, mucho la admiraron.»

Desde entonces, ante la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, miles y miles de gentes de toda edad y condición acuden a Ella para ponerse bajo su protección y amparo.

Su santa imagen quedó plasmada en la tilma del beato Juan Diego -no pintada por mano de hombre- y se puede contemplar como prueba de la veracidad de las apariciones. Desde entonces y hasta la fecha se venera -con culto cada día más creciente- en su Basílica del Tepeyac. Desde ese lugar se hace realidad, cada día, la promesa maternal de María.

«Sábelo, ten por cierto, hijo mío el más pequeño, que soy la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdaderísimo Dios por quien se vive, el Creador de las personas, el dueño de la cercanía y de la inmediación, el dueño del Cielo, el dueño de la tierra. Mucho quiero, mucho deseo que aquí me levanten mi casita sagrada en donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto: lo daré a las gentes en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación: porque yo soy en verdad vuestra Madre compasiva, tuya y de todos los hombres que en esta tierra estáis en uno, y de las más variadas estirpes de hombres, mis amado res, los que a Mí clamen, los que confíen en Mí, porque allí les escucharé su llanto, su tristeza, para remediar, para curar to das sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores. Y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa.

El Papa Pio XII al proclamarla Emperatriz de América volvió a recordar que: Non fecit taliter omne nationi. Santa María de Guadalupe, no ha hecho cosa semejante en ninguna otra nación.

Aparición de la Virgen de Lourdes

Apenas transcurridos cuatro años de la solemne declara ción del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, el día 11 de febrero de 1858, en una pequeña gruta, junto al río Gave, cerca de Lourdes en el Pirineo francés, la Virgen Nuestra Señora se aparece a una joven pobre de 14 años, Bernardette Soubirous (cfr. Franz Verfel, El canto de Bernadette, B. Aires, 1941, p.67ss). En un nicho dentro de una cueva, detrás y encima de las ramas de un rosal silvestre, se le aparece «una joven Señora, muy hermosa y delicada, vestida de túnica blanca ceñida por una banda azul, un sencillo manto sobre la cabeza y un rosario colgado del brazo». Al verla, le pareció a Bernardette que le hacía señas como invitándola a orar; se arrodillo, sacó su rosario y comenzó a recitarlo. La Virgen tomó también el suyo en sus manos y empezó a pasar las cuentas, sin mover los labios; al terminar los cinco miste rios, Nuestra Madre sonrió y retrocedió hacia la sombra de la gruta.

El 15 de febrero, Bernardette, a petición de unas vecinas, llevó papel y pluma para que la aparición escribiera quien era y qué era lo que quería. Al acercársele, la Virgen habló por primera vez utilizando el dialecto «patois» de la región: «¿Quieres tener la amabilidad de venir aquí durante 15 días?» Después de una pausa añadió: «No te prometo hacerte feliz en esta vida, pero sí en la otra».

El 21 de febrero se aparece de nuevo ante un gran núme ro de personas, pero la Virgen sólo dijo: «Orarás a Dios por los Pecadores».

El jueves 25, la Señora le indicó que bebiera de una fuente y se lavara. Bernardette, después de escarbar en un rincón de la gruta, vio cómo comenzaba a salir agua de un manantial, que sigue dando abundantes aguas hasta hoy.

El 26 de febrero, entendió Bernardette que la Señora que ría que hiciese penitencia y se arrastró por la gruta lastimándo se las rodillas e inclinándose con frecuencia para besar el suelo. Pocos días después le pidió que solicitara a los sacerdo tes que hiciera una capilla en ese lugar y llegaran en proce sión a visitarlo.

Por último, el 25 de marzo, entre las 4 y 5 de la mañana, la Virgen se apareció de nuevo y le dijo que se acercara. Bernardette le preguntó: «¿Quieres tener la bondad de decirme quién eres?» La señora se sonrió y, ante la insistencia de la joven, juntó las manos y respondió en *`patois«: «Soy la Inmaculada Concepción». Y, finalmente, volvió a decir: »`Deseo que se me haga aquí una capilla, y, volviendo a sonreír, se desvaneció a la vista de Bernardette.

Aparición de la Virgen de Fátima

A 59 años de las apariciones de la Virgen Inmaculada en la cueva de Lourdes, ya comenzado el siglo XX, vuelve Nuestra Señora a aparecerse a unos pastorcitos en una remota aldea de Portugal, cerca de Fátima. Era cerca del medio día del 13 de mayo 1917, mientras en muchos países de Europa se combatía ferozmente en esa triste Primera Guerra Mundial, la Virgen se apareció, sobre un pequeño arbusto, «carrasca», a poca altura, sobre los niños Lucía, Jacinta y Francisco.

De apariencia joven, «… vestida toda de blanco, más bri llante que el sol y esparciendo una luz muy clara e intensa…», claramente les dijo: «¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que El quisiera enviaros, en acto de reparación por los pecados con que El es ofendido y de petición por la conversión de los pecadores?» ?*`Sí, querernos», fue la respuesta de los tres pastorcitos. ?»Hacedlo, pues; tendréis que sufrir mucho, pero la gracia de Dios será vuestra fortaleza». »»»Y rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz en el mundo» (Memorias de Lucía, Ed. Sol de Fátima, p.144ss).

Posteriormente, en el mes de julio, en ese mismo lugar, Nuestra Madre les manifestó «que también repararan por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María». Y después de mostrarles la visión del Infierno, la Virgen les dijo que vendría a pedir la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón. Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcerá sus errores por el mundo entero».

El 13 de agosto del mismo año, al terminar de hablar con los niños, ?»tomando un aspecto más serio», les dijo la Virgen: «Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, que van muchas almas al infierno por no tener quien se sacrifi que y pida por ellas» (Ibidem, p. 149).

Y en la última aparición, el día 13 de octubre, Nuestra Señora, antes del prodigioso milagro del sol que vieron miles de personas, dijo a los videntes: «Soy la Señora del Rosario; que continúen siempre rezando el Rosario todos los días. La gue rra va a acabar y los soldados volverán en breve a sus casas». Y por último, «» … es necesario que se enmienden, que pidan perdón por sus pecados». Y, tomando un aspecto más triste, que no ofendan más a Dios Nuestro Señor, que está muy ofendi do…» Y, mientras se elevaba al Cielo, continuaba el reflejo de su propia luz proyectándose en el sol (Ibidem, p.151).

En muchos lugares de la tierra, personas muy diversas, dicen que la Virgen Nuestra Señora se les ha aparecido y transmiti do mensajes y pruebas. de su amor. La Iglesia con mucha pru­dencia estudia estas apariciones y antes de darles crédito, es preciso que los fieles esperen el juicio de las autoridades ecle siásticas respectivas, puesto que se trata de señales extraordi­narias y de medios que no son los ordinarios. Lo normal, lo ordinario, es su intercesión ante su Hijo por nosotros, constan te, continua, como una Madre que vela por los suyos, sean lo que sean, todos los días y en todos los confines de la tierra.

LOS SANTUARIOS MARIANOS

Lugares de oración y de conversión

Los Santuarios marianos son lugares especiales de ora ción y de conversión a Dios. En su segunda visita a México, Juan Pablo II, en 1990, dijo: `La Virgen de Guadalupe, con su «mirada compasiva», ha querido mostrarnos a su Hijo, el ver daderísimo Dios por quien se vive; lo ha ensalzado «a1 poner lo de manifiesto con todo su amor personal» (cfr. Nican Mapohua, 26?28)». El Papa quiso recordar, en esa ocasión, el verdadero sentido de esos lugares especiales de encuentro con Dios por medio del amor de María; así, los santuarios son lugares de oración a Dios y a su Madre Bendita.

Lugares de oración pero también de conversión de los co razones.

«Quizás, como sucedió a Juan Diego, alguna preocupación espiritual y material a la vez, os haya llevado a esquivar el encuentro con la Santísima Virgen, a alejaros de Ella (cfr. Ibidem, 94?103). Es posible que os hayáis quedado solos con esa preocupación, pensando que acercarse a Dios depende, antes que nada, del propio esfuerzo. Incluso habéis podido creer que para alcanzar el bienestar económico hay que dejar de lado la fe católica. Y a estos motivos se podrían añadir otros muchos, como el sentiros más acogidos en un grupo pequeño, de gente conocida y que se ayuda mutuamente».

«Pues bien; os invito fervientemente a considerar todo eso ante la Virgen de Guadalupe. Sentid que Ella como Juan Diego os ayuda en todas vuestras preocupaciones y ansieda des, y hoy os repite: «¿No estoy Yo, que soy tu Madre?» (Ibidem, 19).

Por eso, la Iglesia recuerda con tanta insistencia que en los Santuarios marianos, a donde acuden tantos fieles y hombres de buena voluntad, se facilite el acercamiento al Sacramento de la confesión y haya suficientes confesores para atender con agilidad a esas personas. ¡Cuántas conversiones y cambios efectivos de vida se han realizado en esos Santuarios! Y, ¡cuantas vocaciones de entrega a Dios se han esclarecido y confirmado también!

Esta es una experiencia vital e histórica en toda América Lati na que pertenece a la íntima «identidad propia de estos pue blos» Juan Pablo II, Discurso en Zapopan; cfr. Documento de Puebla nn.283, 285, 291, 294, 299, 745).

Lugares de peregrinación

En su primer viaje a Polonia, en 1979, Juan Pablo II se refirió a la peregrinación como práctica de piedad arraigada entre los cristianos: `La peregrinación es una práctica de tra dición antigua entre nosotros los cristianos. Determinados lu gares se consideran especialmente sagrados por la santidad y la virtud adquirida por algunas personas que vinieron a ellos; su sacralidad aumenta con el paso del tiempo, mediante las oraciones y los sacrificios de las multitudes de peregrinos que van a visitarlos».

El Papa Juan Pablo II recordó en Fátima, en 1988, que los Santuarios son «templos de Dios» donde vienen los peregri nos con «intuición segura, para buscar la fe de María el sostén para la propia fe». Manifestó también que con motivos de las peregrinaciones a esos Santuarios los fieles reciban una cate quesis segura y formativa, plenamente injertada en el men saje evangélico e iluminada por el magisterio perenne de la Iglesia».

Lugares para lucrar Indulgencia Plenaria

Para lucrar Indulgencia Plenaria (ver Cap. 14.5.2,b) se re quiere cumplir las condiciones habituales: confesión, comu nión y una oración por las intenciones de] Papa. De este modo, los Santuarios marianos cumplen una función pastoral muy clara, por cuanto actúan como centro sacramental. Así también se advierte cómo la Virgen Santísima es medianera de todas las gracias, pues Ella conduce a los peregrinos hacia su Hijo Jesús, a través de los sacramentos.

Algunos Santuarios marianos

Son muchos los Santuarios marianos que hay en el mun do y, todos ellos, unidos a la misma fe en la Madre del cielo. El primer Santuario dedicado a María -primacía de honor, por estar en la urbe Romana, diócesis del Papa- es la Basílica de Santa María Mayor. Luego, siguen otros que se han erigi do y declarado oficialmente como tales por la Autoridad Ecle siástica.

– Santa María de Guadalupe, en México;

– Nuestra Señora de Lourdes, en Francia;

– Nuestra Señora de Fátima, en Portugal;

– Schonstatt, en Alemania;

– El Pilar, Montserrat, Torreciudad y otros, en España;

– Czestochowa, en Polonia;

– Einsiedeln, en Suiza;

– Nuestra Señora de De Luján, en Argentina; etc.

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12 comentarios

  1. Pedir a la Santísima Virgen María para que nos ayude como pueblo mexicano y salir adelante con un buen gobierno.
    En lo particular para que las asociaciones privadas sean guiadas por su mano para que se manifieste el amor, la comprensión y den buenos frutos para todos.

  2. Muchas gracias por este escrito; considero vital pedirle a la virgen maria que interceda por mi y mi familia ante dios para aprender a invertir y administrar los recursos que me da con el fin de hacer la voluntad de dios

  3. Madre Santisima protege a mi flia y aléjanos de las personas que quieran lastimarnos ,ayúdame a poder traer un bebe a este mundo por favor !!!!!!!!!! te amo mucho y mil gracias por todo lo recibido

  4. Felicito a Juan Gustavo Ruiz Ruiz por esta publicación. Veo que por el espacio de la publicación se ha limitado mucho la traducción que presenta del Nican Mopohua hecha por el P. Mario Rojas, la cual es muy valiosa por ser totalmente cristocéntrica. Por lo que se me hace muy importante apuntar que el P. Rojas señala que la aparición de la Virgen de Guadalupe tiene a Cristo como centro y no a ella como generalmente se entiende, pues la Virgen de Guadalupe al darse a conocer como «la Perfecta Virgen Santa María, Madre del Verdaderísimo Dios por quien se vive…», manifiesta su deseo de que se le construya un templo (casita sagrada) «…en donde lo mostrare (a él), lo ensalzare (a él) al ponerlo de manifiesto (a él), lo daré (a él) a las gentes…», y ahora sí, viene todo el sentido maternal de María: «…en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación…». (Nican Mopohua Nos. 27 a 29). Recordemos que María siempre nos va a llevar a Jesús. Gracias, Sergio.

  5. Ana María, cuando les enseñes a tus niños, tienes que saber que Dios te va a pedir cuentas, ojala y que tengas tiempo de leer las sagradas escrituras y no basarte en hechos de mortales que han estado equivocados por siglos.

  6. ME GUSTA SU INFORMACION DE NUESTRA MADRE SANTISIMA, ME VA A SERVIR DE MUCHO PARA DAR EL TEMA DE LA VIRGEN MARIA A LOS NIÑOS DE CATECISMO.QUE DIOS LOS BENDIGA POR ESTA LABOR TAN GENEROSA.

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