Cuando lo pasas mal te preguntas sobre lo que realmente importa en la vida, explica el papa Francisco a los miembros de la Comisión Pontificia Bíblica
El papa Francisco ve en la experiencia del sufrimiento una «encrucijada»: puede llevar «al repliegue en sí mismo, hasta la desesperación y la rebelión», o «al crecimiento y el discernimiento sobre lo que realmente importa en la vida, hasta el encuentro con Dios».
Al recibir el 20 de abril de 2023 a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión Bíblica en el Vaticano, dijo que la Biblia ofrece luz para comprender y afrontar el sufrimiento. Una respuesta nada típica: lo convierte en «una oportunidad de crecimiento».
Todos lo pasamos mal alguna vez -creyentes y no creyentes- porque la naturaleza humana «lleva inscrita en sí misma la realidad del límite, del fragilidad y de la muerte«, constató.
A sus 86 años, Francisco confesó que este este tema responde a una «preocupación» que está «particularmente cerca de su corazón».
Una concepción del sufrimiento distinta a la habitual
Francisco observó que hoy se suele ver la enfermedad y la finitud «como una pérdida, un sin valor, una vergüenza que debe ser minimizada, combatida y borrada a toda costa».
«No queremos preguntarnos por su significado, quizás porque tememos sus implicaciones morales y existenciales», aventuró el Papa.
Pero animó a reconocer que «incluso el creyente puede a veces vacilar ante la experiencia del sufrimiento», que «da miedo» y que «puede dejar al hombre conmocionado».
¿Dónde está Dios?
La Biblia no ofrece una respuesta «banal», «utópica» o «fatalista» al atribuir el sufrimiento «a un juicio divino incomprensible, o peor aún, a un destino inexorable ante el cual sólo tenemos que inclinarnos sin entender», dijo.
Se trata de afrontar el sufrimiento como «lugar de encuentro con la cercanía y la compasión de Dios» y de aprendizaje en la «solidaridad humana y cristiana».
«En Cristo, el sufrimiento se transforma en amory el fin de las cosas de este mundo se convierte en la esperanza de la resurrección y de la salvación», explicó.
Para el cristiano, la enfermedad puede ser «un gran don de comunión», añadió.
El Papa animó, por tanto, a «acoger los límites como una oportunidad de crecimiento y de redención».
Y propuso el ejemplo de su predecesor Juan Pablo II que, «desde su experiencia personal, indicaba el camino del sufrimiento como camino para ‘abrirse a un amor mayor ‘, en su carta apostólica Salvifici doloris (1984).
I. Media
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