Señor, Tened piedad de nosotros. Jesucristo, Señor, Dios, Padre celestial, Dios, Hijo, Redentor del mundo, Dios, Espíritu Santo, Trinidad Santa, que sois un solo Dios, Divina Esencia, Dios verdadero y único, Espíritu de verdad y de sabiduría, Espíritu de santidad y de justicia, Espíritu de entendimiento y de consejo, Espíritu de caridad y de gozo, Espíritu de paz y de paciencia, Espíritu de longanimidad y mansedumbre, Espíritu de benignidad y de bondad, Amor substancial del Padre y del Hijo, Amor y vida de las almas santas, Fuego siempre ardiendo, Agua viva que apagáis la sed de los corazones, De todo mal, Libradnos Espíritu Santo. De toda impureza de alma y cuerpo, De toda gula y sensualidad, De todo afecto a los bienes terrenos, De todo afecto a cosas y a criaturas, De toda hipocresía y fingimiento, De toda imperfección y faltas deliberadas, Del amor propio y juicio propio, De la propia voluntad, De la murmuración, De la doblez a nuestros prójimos, De nuestras pasiones y apetitos desordenados, De no estar atentos a vuestra inspiración Santa, Libradnos Espíritu Santo. Del desprecio a las cosas pequeñas, De la glotonería y malicia, De todo regalo y comodidad, De querer buscar o desear algo que no seáis Vos, De todo lo que te desagrade, De todo pecado e imperfección y de todo mal,Padre amantísimo, Perdónanos. Divino Verbo, Ten misericordia de nosotros. Santo y Divino Espíritu, No nos dejes hasta ponernos en la posesión de la Divina Esencia, Cielo de los cielos. Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Enviadnos al divino Consolador. Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Llenadnos de los dones de vuestro espíritu. Cordero de Dios, que borras los pecados del mundo, Haced que crezcan en nosotros los frutos del Espíritu Santo. Ven, ¡oh Santo Espíritu!, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. V. Envía tu espíritu y todo será creado. R. Y se renovará la faz de la tierra. Oremos ¡Oh Dios!, que habéis instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concedednos, según el mismo Espíritu, conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos. Por Jesucristo, Señor nuestro. R. Amén.