4to. Viernes de Cuaresma

De las Cartas pascuales de San Atanasio, obispo

La celebración de la Pascua junta en una misma fe a los que se encuentran corporalmente separados

Habitualmente nos hallamos en medio de trabajos, fatigas y sinsabores; pero, en términos más absolutos, nos hallamos, a la postre, en espera siempre de la resurrección, en espera de la vida nueva. Y la mejor experiencia de la resurrección es crear hoy el ambiente capaz de amar. En el amor estamos siempre dispuestos a una muerte súbita o a una vida para siempre. En su meditación sobre la Pascua, San Atanasio quiere conducirnos, precisamente, a esa unidad de vida en el amor.

Vemos, hermanos míos, cómo vamos pasando de una fiesta a otra, de una celebración a otra, de una solemnidad a otra. Ahora ha llegado aquel tiempo en que todo vuelve a comenzar, a saber, la preparación de la Pascua venerable, en la que el Señor fue inmolado. Nosotros nos alimentamos, como de un rnanjar de vida, y deleitamos siempre nuestra alma con la sangre preciosa de Cristo, como de una fuente; y, con todo, siempre estamos sedientos de esa sangre, siempre sentimos un ardiente deseo de recibirla. Pero nuestro Salvador está siempre a disposición de los sedientos y, por su benignidad, atrae a la celebración del gran día a los que tienen sus entrañas sedientas, según aquellas palabras suyas: El que tenga sed que venga a mí y que beba.

No sólo podemos siempre acercarnos a saciar nuestra sed, sino que además, siempre que lo pedimos, se nos concede acceso al Salvador. El fruto espiritual de esta fiesta no queda limitado a un tiempo determinado, ya que sus rayos esplendorosos no conocen ocaso, sino que está siempre a punto de iluminar las mentes que así lo desean. Goza de una virtualidad ininterrumpida para con aquellos cuya mente está iluminada y que día y noche están atentos al libro sagrado, corno aquel hombre a quien el salmo proclama dichoso, cuando dice: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.

Ahora bien, el mismo Dios, amados hermanos, que al principío instituyó para nosotros esta fiesta, nos ha concedido poderla celebrar cada año; y el que entregó a su Hijo a la muerte por nuestra salvación nos otorga, por el mismo motivo, la celebración anual de este sagrado misterio. Esta fiesta nos sostiene en rnedio de las miserias de este mundo; y ahora es cuando Dios nos coniunica la alegría de la salvación, que irradia de esta fiesta, ya que en todas partes nos reúne espiritualmente a todos en una sola asamblea, haciendo que podamos orar y dar gracias todos juntos, corno es de ley en esta fiesta. Esto es lo adrnirable de esta festividad: que él reúne para celebrarla a los que están lejos y junta en una misma fe a los que se encuentran corporalmente separados.

1 2Página siguiente

Publicaciones relacionadas

Un comentario

  1. Que bueno que aun encontremos anecdotas como estas, no solo me confortan , sino
    que me ayudan a estar mas firme en la fe, y me ayuda a ambicionar la paz conmigo y mi familia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba

Copyright © 2024 Encuentra by Juan Diego Network. Todos los derechos reservados.