Geografía y Tradición Oral

Un conocimiento básico de la geografía e historia de este país y el papel fundamental  de la memoria nos ayudarán a entender mejor los textos sagrados.

Geografía Básica


La mayoría de los acontecimientos y sucesos bíblicos se desarrollan en el pequeño país asiático llamado Palestina.

Un conocimiento básico de la geografía e historia de este país nos ayudará a entender mejor los textos sagrados y nos permitirá ubicarnos más fácilmente durante su lectura.

El nombre de Palestina proviene de Pelistim, filisteos, la antigua población que por siglos ocupó su costa mediterránea. Otros nombres de la región son: Tierra Prometida, Tierra de Caná, Tierra de Israel, Tierra del Señor, Tierra Santa.

Palestina cuenta con alrededor de 430 kilómetros de largo y 150 de ancho. Su superficie es de 25,124kms cuadrados, colindando al norte con Líbano y Siria, al este con el desierto de Arabia; al sur con las estepas del Sinaí; al oeste con el mar mediterráneo.

En su conjunto la región goza de clima templado, con dos estaciones bien diferenciadas: verano e invierno que es la estación de las lluvias. La diferencia de temperatura es moderada entre el día y la noche así como entre el invierno y el verano.

Palestina ha sido siempre un país agrícola donde se cultivan trigo, cebada, habas, lentejas y varias especies de verduras. Se dan el olivo, la vid, la higuera, el manzano, el almendro, el naranjo, el granado y el plátano. Abundan el cedro, el encino, el eucalipton y el sicomor. Se crían ganado, caballos, asonos, ovejas, cabras y camellos. Antiguamente sus bosques se bosques encontraban leones, panteras, hienas, chacales, gacelas y ciervos.

El Río Jordán divide Palestina en dos regiones. La región al occidente del río se llama Cisjordania y la región al oriente es llamada Transjordania.

Aparte de sta división geográfica, Palestina pasó por arias divisiones históricas o políticas. La que más puede interesarnos es la división en provincias, vigente en los tiempos de Jesucristo y eran Judea, samaria, Idumea, Galilea y Perea.

Entre las poblaciones de Galilea recordamos Nazaret, Caná, Tiberíades, Cafarnaum, Tiro, Sidón y Haifa.

Entre las poblaciones de Judea que recordasmo están Siquem, Silo, Samaria, Betel y Beisán.

En la costa mediterránea: Cesaria, Lidda, Jafa que forma actualmente una sola ciudad con la moderna Tel-Aviv, Ecrón, Azoto, Azcalón y Gasa.

La Biblia inicia la historia de la salvación con la llamada de Abrahán que tuvo lugar fuera de Palestina, en Mesopotamia. La salida de Israel de Egipto y el milagro del paso del Mar Rojo -hecho salvífico fundamental de la Antigua Alianza- aconteció fuera de las fronteras de la tierra de Canaán. Hay libros bíblicos en los que toda la acción trascurre en otros países; por ejemplo, el de Ezequiel en Babilonia, el de Tobías en Asiria y Media, o el de Ester en Susa, residencia de los reyes persas. Conocemos también por el primer libro de los Macabeos una alusión a Alejandro Magno y sus conquistas hasta las inmediaciones del Himalaya; y en este mismo libro se menciona a Roma por primera vez en la Biblia. Además, el escenario de los libros del NT se extiende por toda la cuenca del Mediterráneo oriental y algunos puntos de la occidental.

Indudablemente el centro geográfico e historia de los relatos bíblicos es Palestina. Dios llama a Abrahán y lo saca de Mesopotamia para llevarlo a la tierra de Canaán; después guía a Israel desde Egipto, para darle las tierras de Canaán. Y años más tarde, los israelitas desterrados en Asiria, Media, Babilonia y Persia creen, esperan y adoran aun Dios que tiene su Templo en Jerusalén. Por tanto, el territorio entre la ciudad más norteña a la más meridional de la Palestina Biblia es el espacio geográfico por el que discurre preferentemente la historia de Israel, y en particular la vida de Jesucristo. Y desde Jerusalén -centro político y cultura desde David, un milenio antes- parten los Apóstoles para proclamar su mensaje a todo el mundo.

La Memoria de un Pueblo

La «memoria» de un pueblo es su historia. Las narraciones de unos acontecimientos históricos, leyes y preceptos, cantos y poemas, sentencias y proverbios, etc. han sido transmitidos oralmente de generación en generación; la palabra ha precedido sin duda al uso de la escritura. Para comprender cómo nació la Biblia, hemos de referirnos necesariamente a la cultura de un pueblo en una época determinada, con su lengua propia, sus particulares costumbres, su patrimonio espiritual, etc.

Un lector de nuestro tiempo para acercarse a los libros vetero-testamentarios, debe hacer el esfuerzo de despojarse de la mentalidad propia de nuestra cultura: hombres y mujeres de la civilización del papel y lápiz; más aún, de la computadora y la impresora… Leer y escribir -ago tan común y necesario en nuestros días- no eran actividades frecuentes en épocas históricas antiguas; por el contrario, el uso de la memoria -más descuidada en la cultura actual- tenía un papel importante en aquellas primeras civilizaciones.

En Israel en los tiempos antiguos, e incluso de la época de Jesucristo, hablar abundantemente y bien, con arte y fuerza expresiva, era el patrimonio de los que hoy llamamos escritores. La transmisión oral se apoya sobre todo en la memoria, con la ayuda de cierta argucia nemotécnicas; más todavía, el arte de aprender y de retener cualquier asunto en la memoria formaba una sola cosa con el arte de componer. De ahí que el estilo oral tuviese un influjo muy directo sobre el estilo literario del texto escrito. Basta, por ejemplo, leer algunos pasajes del Evangelio para apreciar el ritmo y rima de muchas de sus frases, la repetición de ciertas palabras, etc., trucos que vienen en auxilio de la memoria. Los grandes descubrimientos arqueológicos de nuestro siglo, desde el Sinaí hasta Ras-Shamra, muestran que han existido escritos bíblicos muy antiguos, anteriores al siglo X y quizá del siglo XII a.C., si bien estos escritos, durante largo tiempo, fueron ante todo apoyos para la memoria.

En la tradición cristiana es patente esta realidad en los escritos del NT. El libro de los Hechos, las Cartas e incluso el Apocalipsis, son documentos escritos, que nacieron como tales, aunque se encuentre en ellos «la huella» del estilo oral. Los Evangelios en cambio, antes de ser puestos por escrito fueron «dichos»; las primeras generaciones cristianos se sirvieron fundamentalmente de la enseñanza oral. Así, por ejemplo, San Papías, Obispo de Hierápolis en Frigia, declaraba (año 130) que lo que él prefería a toda otra cosa, en materia de tradición, en «la palabra viva y perdurable»; y algo después, San Irineo de Lyon evocaba el tiempo en que escuchaba a San Policarpo, el gran Obispo de Esmirna, explicar lo que él mismo había recogido del apóstol San Juan.

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7 comentarios

  1. Bendigo a Dios por paginas como ésta; estoy en un gpo. Biblico en mi parroquia y mi tarea la puedo hacer aquí con su ayuda. DIOS Y MAMITA MARIA LOS BENDIGA SIEMPRE.

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