9. En la procreación de los hijos, ¿cómo interviene Dios?

Dios hizo a los seres humanos divididos en varones y hembras, y les dio el poder de originar nuevas vidas humanas en colaboración con Él. Por la íntima unión que llamamos acto sexual, el hombre y la mujer producen una imagen física de ellos mismos, y a este nuevo cuerpo tan maravillosamente comenzado Dios le infunde un alma espiritual e inmortal.

 

Es Dios quien ha concedido a los hombres la facultad de procrear, a través de la potencia sexual. Es Él quien (para garantizar la perpetuación del género humano) unió al uso de estos órganos un grado muy elevado de placer físico.

 

Pero sobre todo es Él quien, para cada cuerpo recién concebido, crea un alma espiritual, que durará eternamente, y la infunde en ese minúsculo óvulo fecundado. De ahí que por la relación esencial a Dios, que participa en el acto procreador al infundir un alma, el sexo resulte no sólo una cosa buena, sino una realidad sagrada, santa.

 

Cuando se olvida que el sexo es una cosa santa (dijimos que Dios interviene en Él muy directamente), se olvida también la santidad del matrimonio, y el sexo se convierte en un juguete, en un instrumento excitante de placer, dejando de ser, como es en realidad, instrumento de Dios en su obra creadora.

 

¿Qué males se siguen de mal interpretar la sexualidad? Muchos, tanto para los cónyuges mismos como para los hijos y la sociedad en general. Mencionamos entre esos males la infidelidad conyugal, la proliferación del divorcio, el llamado amor libre, la búsqueda constante del placer, los hogares disfuncionales, los niños de la calle, las enfermedades de transmisión sexual, los métodos anticonceptivos, las perversiones eróticas, la homosexualidad y las aventuras frívolas. Estos son algunos de los males que surgen en cuanto se violenta el sexo, apartándolo del orden divino de las cosas.

 

Incluso personas rectas pueden sufrir por una concepción equivocada en este tema. La debilidad ocasionada por el pecado original crea frecuentemente dificultades para mantener el impulso sexual dentro del orden que Dios ha establecido, es decir, el orden del matrimonio legítimo. Pero el cristiano debe recordar que cuenta con la gracia de Dios para cumplir siempre sus preceptos.

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Un comentario

  1. cuanto daño ha hecho la desinformación de los medios de comunicación, que construyen una sociedad sin Dios, se reduce la sexualidad humana a una conducta animal en el desenfreno que a llevado al hombre a la insatisfacción y búsqueda que lo lleva a las grandes perversiones.

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  3. cuanto daño ha hecho la desinformación de los medios de comunicación, que construyen una sociedad sin Dios, se reduce la sexualidad humana a una conducta animal en el desenfreno que a llevado al hombre a la insatisfacción y búsqueda que lo lleva a las grandes perversiones.

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