Sacrificio, hacer sagrado para Dios

Sacrificar significa hacer sagrado. Cuando nos sacrificamos nos acercamos a la presencia de Dios a través de nuestra generosidad para Él, ofreciéndole algo que nos guste, nos disguste o nos cueste trabajo.


La Cuaresma es tiempo de sacrificio, oímos estos días en los templos. Sin muchos problemas vienen a nuestra mente imágenes de gente sufriendo con ayunos largos y disciplinas corporales al escuchar estas palabras. Es así que muchas veces pensamos que la Cuaresma es un tiempo de sufrimiento. Sin embargo, la Cuaresma no es un tiempo triste ni de sufrimiento, pues en ella nos preparamos a celebrar el Misterio de nuestra Redención.

Sabiendo que la Cuaresma es un tiempo de penitencia, pero no de sufrimiento, podemos buscar a Dios en el ofrecimiento de todo lo que hagamos y padezcamos, tanto los sufrimientos como los gozos de cada día.

Sacrificar es agradar a Dios

Originalmente los sacrificios se hacían como un intento de agradar a Dios por medio de una ofrenda. Hoy en día también podemos buscar agradar a Dios a través del ofrecimiento de nuestras acciones, ya sea en la práctica de la vida de caridad, en la predicación del Evangelio o de la conversión del alma.

El sacrificio no ha perdido la importancia del dolor en su manera de ser. Originalmente, un sacrificio a la divinidad no estaba completo hasta que la ofrenda se transformara por medio de la muerte, el fuego, la aspersión con agua, etc. De este modo, si nuestra ofrenda no es transformada para Dios a través del ofrecimiento sincero y generoso, poca importancia tiene.

Muchas veces nosotros mismo somos la mejor ofrenda para Dios. Cada día podemos sacrificarnos con Él para serle agradables. Por tanto, agrada a Dios la vida ofrecida a Él en todos sus ámbitos: en el sufrimiento, el gozo, el trabajo, el esparcimiento y las acciones en la caridad.

El sufrimiento como solidaridad con los que sufren

Ofrecemos a Dios nuestra angustia y nuestra felicidad, nuestra pobreza y nuestra generosidad en la riqueza, nuestra humildad y nuestro servicio en el orgullo de su Palabra. Así también podemos ofrecer nuestro sufrimiento y nuestro placer.

Una forma de dar sentido al ofrecimiento del sufrimiento es hacerlo en solidaridad con los que sufren. Si disponemos de bienes en abundancia, no dudemos en compartirlos con quienes tienen pocos. La generosidad es una acción que marca la presencia de Dios en nuestras vidas, sin embargo, muchas veces no imaginamos los sufrimientos de los necesitados, y una manera de acercarse a ese sufrimiento y hacerlo sagrado ante Dios es la de padecer con los que sufren. Si nosotros sufrimos con los que sufren, podremos apresurarnos en ayudar en sus necesidades.

El sacrificio conserva su dimensión de castigo o penitencia para animarse a buscar una mejor vida. Pongamos nuestro sacrificio en manos de Cristo, cuyo sacrificio es perfecto a los Hijos del Padre, nos reconcilia con Él y nos hace hijos en el Hijo.

 

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2 comentarios

  1. Uno de los mayores sufrimientos espirituales es sentirse incapaz de avanzar en la Conversión. Recaer en lo que se quiere corregir o eliminar. Ofrecer a Dios este esfuerzo fallido, confiando en que su misericordia nos ayudará algún dia a lograr el objetivo, agradaria a Dios y nos ayudaría a animar nuestro proposito.

  2. dar de si mismo lo malo expulsar lo interior ,para el perdon y conversión la felicidad sagrada a dios

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