Einstein y Dios

Albert Einstein, físico y matemático de origen alemán, Premio Nobel de Física por su descubrimiento de la ley del efecto fotoeléctrico, demostró matemáticamente que a las tres dimensiones del espacio físico había que añadir una cuarta dimensión: el concepto tiempo.

Ayudó a su encumbramiento su teoría general de la relatividad, así como otras investigaciones sobre la teoría cinética de los gases.

Einstein ha sido considerado, a nivel mundial, según estadísticas publicadas por los medios de comunicación social, la persona más importante del siglo XX. Quien fue secretario del Secretariado para los No Creyentes de la Santa Sede, el doctor Jordán Gallego Salvadores, dominico, fue quien me entregó el testimonio, de su puño y letra, sobre la fe en Dios del gran científico Albert Einstein. Al final publicamos la referencia. El físico quiso dejar muy clara su posición respecto a su fe en Dios. Manifestó: «La generalizada opinión, según la cual yo sería un ateo, se funda en un gran error. Quien lo deduce de mis teorías científicas, no las ha comprendido. No sólo me ha interpretado mal sino que me hace un mal servicio si él divulga informaciones erróneas a propósito de mi actitud para con la religión. Yo creo en un Dios personal y puedo decir, con plena conciencia, que: en mi vida, jamás me he suscrito a una concepción atea». Albert Einstein. (Deutsches Pfarrblatt, Bundes-Blatt der Deutschen Pfarrvereine,1959, 11).

En 1905 Albert Einstein publica un trabajo titulado “Acerca de la electrodinámica de los cuerpos en movimiento”, en el que se contenía la que más tarde se conocería como Teoría Especial de la Relatividad. La Física de Newton, el más grande científico de la Historia, fundada en la geometría euclidiana y los conceptos de tiempo ansoluto de Galileo no era tan exacta como se había creído. Einsten descubre que el espacio y el tiempo son términos de medición relativos. Einstein en 1907 publica una demostración de que E = mc2. Esta fórmula que a cualquier persona ajena a la investigación de las ciencias físicas parece no sólo de sencillez extrema sino absolutamente inofensiva es el punto de partida para la carrera hacia la bomba A. Había comenzado una nueva y grandiosa aventura del pensamiento.

Pero Einstein no se fió de las dos primeras rigurosas pruebas de su teoría, a pesar de que eran cientificamente concluyentes: había que comprobar empíricamente que el efecto previsto en su teoría, existía de hecho en la realidad. Einstein estaba convencido de que todo efecto tiene una causa, y que puesta cierta causa se sigue cierto efecto. Estaba seguro de que, por muchas que fuesen las coincidencias de la experimentación con su teoría, una sola discrepancia bastaría para dar al traste con sus predicciones y convertir su teoría en un argumento insostenible.

Como observa Paul Johnson, la de Einstein era una actitud completamente distinta del dogmatismo de Marx, Freud y Adler, que trataron de meter con calzador -sin conseguirlo- la realidad en sus teorías.

El más breve resumen del propio Einstein sobre la Teoría de la Relatividad es la siguiente: “no hay movimiento absoluto”; ¡el movimiento en el universo es curvilíneo! De pronto pareció al mundo que nada era seguro en el movimiento de las esferas. La conmoción en el ámbito de la ciencia experimental era lógica: varios siglos de creencias científicas se venían abajo. En 1919 Einstein es una figura mundial que gravita más sobre la Humanidad que los estadistas y guerreros.

Lo que Einstein vio con estupor fue que, en 1920, de la idea de la relatividad del espacio y del tiempo -magnitudes físicas- se había concluido, quién sabe por qué misteriosos paralogismos, ¡que no había ningún valor absoluto! ¡que no existían el bien ni el mal! ¡que no había manera de estar ciertos de cosa alguna! Se había confundido la relatividad del movimiento con el relativismo filosófico y ético. La Física con la Metafísica, la Gnoseología y la Etica.

Un sentencia común llegó a ser ésta: Einsten ha demostrado que la verdad no existe; el bien y el mal son una invención de mentes engañadas por la apariencia de los fenómenos.

Nada más lejano a la mente del físico genial. Aturdido, el 9 de septiembre de 1920 escribe a su colega Max Born: “Como el hombre del cuento de hadas que convertía en oro todo lo que tocaba, en mi caso todo se convierte en escándalo periodístico”. Einstein, señala Paul Johnson, no era un judío practicante, pero sí un hombre que reconocía la existencia de un Dios y la existencia de normas absolutas del bien y el mal. Incluso en el ámbito físico le repugnaba el principio de indeterminación de la mecánica cuántica. “Usted -le escribió a Born- cree en un Dios que juega a los dados, y yo creo en la ley y el orden totales en un mundo que existe objetivamente y que, de un modo absurdamente especulativo intento aprehender. Yo creo firmemente, pero abrigo la esperanza de que alguien descubrirá un modo más realista o más bien una base más concreta que la que me ha tocado en suerte hallar”.

Aunque el gran físico quizá se había opuesto a la idea de un Dios personal cuando era joven, en su madurez se había convertido [en opinión de Groeschel] en una persona bastante religiosa.

Muchos comentan que Albert Einstein fue más bien lo que se suele llamar «un ateo». No creía en la existencia de un Dios personal, se dice. Pero hay testimonios contrarios. Pocos son, en todo caso, los que conocen su evolución religiosa. Randall Sullivan en su libro "The Miracle Detective" (New York, 2004, pp.432-433) relata una conversación que tuvo con Benedict Groeschel, monje neoyorquino experto en teología mística y autor de "Still, small voice" (Ignatius Press, 1993). Cuenta Sullivan que Groeschel le comentó que había estado leyendo mucho sobre Einstein y que aunque el gran físico quizá se había opuesto a la idea de un Dios personal cuando era joven, en su madurez se había convertido [en opinión de Groeschel] en una persona bastante religiosa. En concreto dice: «Estaba fascinado por el misterio del Santísimo Sacramento».

La ciencia y los años no apartan de Dios, al contrario, normalmente, la búsqueda honrada de la verdad, aunque sea de un segmento mínimo de las cosas, conduce casi necesariamente –salvada la libertad de la persona- al descubrimiento de la Verdad primera, que, como es lógico, siendo origen de personas, ha de ser eminentemente personal. La Fe y la Ciencia, por más que quienes ignoren éste o aquél saber no se hayan dado cuenta todavía, lejos de oponerse, se ayudan una a la otra y se complementan en el progreso del conocimiento global.

Einstein, el más eminente físico después de Newton, buscaba la fórmula en la que se pudiera encerrar la textura de cualquier porción pequeña o grande de materia. Pero no pensaba encontrar en ella el Origen absoluto, ni que la materia fuera el todo de la realidad: había un Dios que «no jugaba a los dados». No importa que la metáfora de los dados, haya sido superada por nuevos descubrimientos. Lo esencial es que hay Dios que juega, en el sentido profundo de la palabra: Dios que hace posible el orden del universo. Incluso si hubiera que admitir el azar, Dios sería el que hace posible que del azar, surja el orden. No es de extrañar que un Eistein, con el paso del tiempo, cuanto más enigmas desentrañaba, más se acercase al reconocimiento de la existencia de un misterio, en el sentido teológico, que jamás se podrá encerrar en una fórmula, ni siquiera en un solo nombre, y que ha de ser una Inteligencia infinitamente más poderosa que la suya, no sólo capaz de entender, sino de crear la maravilla del Universo.

«Estaba fascinado por el misterio del Santísimo Sacramento». ¿Quiere decir Groeschel que Einstein creía propiamente en la presencia de real de Jesucristo bajo las figuras de pan y vino consagrados en la santa misa? No lo sé. Lo que parece seguro es que a Einstein no le sorprendía del todo el misterio eucarístico. Su familiaridad con lo fascinante del universo creado, le permitía reconocer que Dios es capaz de hacer algo infinitamente más asombroso.

El papa Benedicto sintetizaba hace unos días con sencillez el contenido del misterio eucarístico:

«La entera existencia terrena de Jesús, desde la concepción hasta la muerte, ha sido un único acto de amor. Tan es así, que se puede resumir en estas palabras: Jesus Caritas, Jesús Amor. En la última Cena, "sabiendo que había llegado su hora" (Jn 13,1), el divino Maestro ofreció a sus discípulos el ejemplo supremo de amor lavándoles los pies y confiándoles su preciosa herencia, la Eucaristía, en la cual se concentra todo el misterio pascual. "Tomad y comed, esto es mi cuerpo… Bebed todos de él, esto es mi sangre" (Mt 26, 26-27). Las palabras de Jesús en el Cenáculo anticipan su muerte y manifiestan la consciencia con que Él la afronta, transformándola en el don de sí, en el acto de amor que se da totalmente. En la Eucaristía el Señor se da a nosotros con su cuerpo, con su alma y con su divinidad, y nosotros nos convertimos en una sola cosa con él y entre nosotros…» (Angelus, 25.9.2005)

A quien esté un poco familiarizado con la física cuántica o con la reciente teoría de las cuerdas, probablemente le sea más fácil que a Newton creer en el misterio eucarístico. Por supuesto, no se le exime de la humildad, compartida – sólo en aparente paradoja – por los niños y los grandes hombres, abiertos siempre a los fascinantes dones de la Verdad Primera, que es también Bondad, Sabiduría, Amor, Belleza.

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14 comentarios

  1. el reino de dios es ahora mañana y siempre , y lo construiremos dejando de ser materialistas y hacer nuestros propios argumentos ,creyendonos super hombres y soberbios como si lo supieramos todo. yo creo firmemente que adios le agrada la humildad y solo con ella podremos alcanzar la verdadera sabiduria que de el viene , y se nos da en la medida que aceptemos que somos su creacion por amor y nada mas que amor. solo con la humildad y practicandola estaremos mas cerca de la grandeza…SEÑOR QUE ES EL HOMBRE PARA QUE TE ACUERDES DE EL.

  2. El misterio de la palabra que todo lo describe y que por ella accedemos a tener una figura de nuestro universo es el gran don que Dios nos ha otorgado. Esta palabra que se encarna en la Fe (actitud del hombre que debe sostener algo complejo de lo cual no tiene experiencia absoluta) no esta contrapuesta con el conocimiento de todas las cosas. Si decimos que la realidad es tal o cual cosa estamos describiendo lo que vemos y esto no se contrapone al ser vivo en nosotros que nos lleva a ver muchos aspectos de una “realidad”, al punto que en lo humano un corazón dolido no nos muestra lo mismo que un corazón alegre y ninguno de estos dos estados puede separarse de la realidad concreta que por medio de la palabra tratamos de describir. Creo que Dios existe en el corazón de los hombres y en la realidad, el día que por la gracia lleguemos a contemplar el universo “tal cual es” nos daremos cuenta, pero hasta que esto suceda solo vemos fracciones y estos son nuestros intentos por recopilar la visión total de este.

  3. Ese científico es el Dr. Ricardo Castañón Gomes quien era ateo, es Profesor universitario doctor en Psicología Clínica. Especializado en Medicina psicosomática neuropsicología cognitiva y bioquímica. También Licenciado en Filosofía y se convirtió gracias a sus investigaciones sobre Milagros Eucarísticos, el Manto de Guadalupe, la imagen de Cristo confeccionada en yeso que exuda sangre humana. Existen varios videos de acerca de sus investigaciones, e incluso dió una entrevista en FOX, búscalo en youtube con: entre la ciencia y la fe

  4. hola muy interesante el tema. yo estoy seguro que la ciencia y la fe tienen un punto de conexion que tarde o temprano todos los hombres de cienci se daran cuenta irefutable que existe como lo hizo einstein. el genio,el hombre creacion de dios,

  5. En un afirmaciones Einstein dice: "Creo en el Dios de Spinoza (panteísmo) que se revela en la armonía de todo lo que existe, pero no en un Dios que se preocupa del destino y las acciones de los hombres.Un Saludo

  6. Hay un libro titulado Albert Einstein mis ideas y opiniones y en elcapítulo Ciencia y Religión da a entender que la mayoria de la comunidad cientifica incluido el mismo no creen en un dios personal…Extraido de una conferencia que dió en el Seminario Teológico de Princeton.Saludos Cordiales

  7. Hay un libro titulado Albert Einstein mis ideas y opiniones y en elcapítulo Ciencia y Religión da a entender que la mayoria de la comunidad cientifica incluido el mismo no creen en un dios personal…Extraido de una conferencia que dió en el Seminario Teológico de Princeton.Saludos Cordiales

  8. Hay un libro titulado Albert Einstein mis ideas y opiniones y en elcapítulo Ciencia y Religión da a entender que la mayoria de la comunidad cientifica incluido el mismo no creen en un dios personal…Extraido de una conferencia que dió en el Seminario Teológico de Princeton.Saludos Cordiales

  9. Hola, queria saber si uds. cuentan con un video que demuestra la conversion de un cientifico de la NASA, quien trabajo con los misterios de la hostia sangrante. Demostrando que habia miocardio vivo de Jesucristo en las mismas. Si tienen alguna informacion, agradeceria me puedan orientar.Saludos Cordiales

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  12. primeramente les deseo una bonita familiaridad con Dios y con el mundo entero que la pasen un bonito año nuevo que en su corazon este lleno de amor para este nuevo año.Lo sorprendente es que mi terquedad y mi inseguridad me hacen temblar al leer estas palabras, las cuales me obligan a despertar y seguir creyendo que Dios lo es todo. El hecho de que existan hombres brillantes con honor a ser héroes, demuestran que Dios es más brillante aun.

  13. primeramente les deseo una bonita familiaridad con Dios y con el mundo entero que la pasen un bonito año nuevo que en su corazon este lleno de amor para este nuevo año.Lo sorprendente es que mi terquedad y mi inseguridad me hacen temblar al leer estas palabras, las cuales me obligan a despertar y seguir creyendo que Dios lo es todo. El hecho de que existan hombres brillantes con honor a ser héroes, demuestran que Dios es más brillante aun.

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