Pbro. José Martínez Colín
Para saber
Se cuenta que San Francisco de Asís estuvo un día tallando un vaso de madera. Lo terminó y empezó a rezar sus oraciones. Durante el rezo miraba complacido su obra recién acabada y se distrajo sin poner atención en los salmos que pronunciaba. Al darse cuenta de ello, tomó el vaso, causa de sus distracciones, y lo arrojó al fuego entre las llamas. De este santo se refiere que cuando se ponía a hacer oración, solía decir: «Quédense aquí fuera, pensamientos míos, aguarden que yo salga cuando haya invocado el auxilio del Cielo; si los necesito, ya volveré por ustedes».
Siguiendo con su catequesis sobre la oración, el Papa Francisco expuso algunas dificultades que suelen tenerse, a fin de identificarlas y superarlas. Una muy común es la distracción. Es frecuente que en cuanto se empieza a rezar la mente empiece a darle vueltas a todo. Si no se alcanza un grado de concentración, no solo se dificulta la oración, sino tampoco se puede estudiar o trabajar con provecho. Los atletas saben que se gana no solo con el entrenamiento físico, sino también con la capacidad de estar concentrados y atentos.
Para pensar
Se sabe que Dante, aunque tenía un temperamento iracundo, era un hombre piadoso y con una fe enorme. Sucedió que algunas personas que habían coincidido en la Misa con Dante, habían observado que durante la consagración, el poeta había permanecido de pie e incluso no se había quitado su capucha. Por ello fueron a acusarlo ante el obispo, quien lo llamó a su presencia para reprenderlo.
Al amonestarlo, el autor de la «La Divina Comedia» se defendió diciendo: «Mi alma estaba tan recogida en Dios, que no me daba cuenta de los movimientos de mi cuerpo. Pero, por otra parte, aquellos que han venido a acusarme —puntualizó justamente— debían estar poco recogidos en la oración si tenían el tiempo de estar atendiendo a mi persona, en vez de rezar».
Pensamos qué tanto luchamos contra las tentaciones cuando oramos.
Para vivir
Si no se domina la imaginación, nos lleva de un lugar para otro y, en ocasiones, a lugares inconvenientes. Por ello, Santa Teresa llamaba a esta imaginación que distrae en la oración, “la loca de la casa”, pues no para de abrir todas las puertas que encuentra. Y tenemos que pararla estando vigilantes.
Aunque las distracciones no suelen ser culpables, deben ser combatidas. Hay una virtud que nos ayuda a no distraernos: Se llama “vigilancia”. Jesús nos aconseja: “Vigilad. Rezad”. Vigilar significa poner más atención a las cosas de Dios que a las de los hombres. Así, quien está vigilante descubre la mano de Dios en los diversos acontecimientos. El calendario litúrgico, a su vez, con sus fiestas, nos ayudan a estar vigilantes, pues constituyen un “despertador” que nos hace vivir en sintonía y en actitud con el sentir de la Iglesia.
Lo que nos ayuda a combatirlas, dice el Papa Francisco, es ofrecer con humildad el corazón al Señor para que lo purifique y lo vuelva a centrar en Él. No obstante, si al rezar nos damos cuenta de que estamos distraídos, no podemos quedarnos lamentándolo y ahora distraernos en ello, sino simplemente habría que volverse a concentrar, y continuar rezando sin perder la paz. (articulosdog@gmail.com)
21 de mayo de 2021

Padre José Martínez Colín: Ingeniero en Sistemas por la UNAM, Licenciado en filosofía por la Universidad Panamericana y Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra.
Capellán del Colegio Chapultepec en Culiacán.
Lleva más de 20 años dando clases sobre todo de Lógica y Gnoseología en el Seminario de Culiacán.
Por 20 años a publicando artículos en varios periódicos del país, sobre todo comentando lo dicho por el Papa.