¿Cómo es el poder de Dios?

Un sacerdote se dolía de los múltiples crímenes que se cometen en una de las fronteras entre México y Estados Unidos, desde un bebé de 7 meses de gestación abortado y abandonado en un bote de basura, hasta los crímenes asociados al narcotráfico. Recientemente se le acercó un muchacho buscando reconciliación que empezó diciendo: “soy un sicario padre” para continuar en un mar de lágrimas dolido del mal que había hecho. Al finalizar la confesión, el sacerdote se levantó, abrazó al joven y lo besó en la frente.

Dios tiene el poder de perdonar los pecados aun del más pecador, de aquel a quién nosotros podemos decir que lo que hace es “inhumano”, o que “no tiene perdón de Dios”. ¿Cuantas veces frente a los crímenes que se cometen, inmediatamente quisiéramos venganza, o por lo menos que no haya impunidad? y peor aún si algún familiar o conocido es una de las víctimas, lamentablemente lo que menos pensamos es en el perdón o en la conversión del asesino, el ladrón, el secuestrador, o el extorsionador.

La reflexión sobre el poder de Dios contrasta normalmente con lo que nosotros entendemos por justicia y poder de las autoridades, que asociamos con la fuerza, el castigo o la capacidad de obligar a hacer algo. Y en cambio, el poder de Dios se manifiesta en el amor, en la misericordia, y por supuesto en el juicio final.

Dios no necesita probar su justicia, su dominio sobre todas las cosas lo hace indulgente con todos, juzga con serenidad y gobierna con indulgencia, colma a sus hijos de esperanza, pues después del pecado, da lugar al arrepentimiento (Ver Sabiduría 12, 13. 16-19).

Dios ejerce su poder en el amor y la misericordia invitando a que la gente cambie de actitud, y sus medios de ejercer el poder se basan en convencer y servir a través del amor, el perdón, la reconciliación y la compasión. El reto para los cristianos es mayor, ya que Dios quiere obrar a través de nosotros con su gracia.

Es bueno que los cristianos busquemos procurar justicia, ya que eso construye la paz, y a su vez, la paz permite lograr el bien común, sin embargo, en cada acto debemos también obrar a partir de la misericordia, el perdón y la reconciliación. El sicario buscó el perdón y la reconciliación con Dios, obtuvo el perdón a través del sacerdote, pero la reparación del daño y el propósito de enmienda son parte de una verdadera reconciliación que construye la justicia.

La venganza y la violencia ni traen justicia ni paz, pero la injusticia e impunidad tampoco. Cristo invita a ser la levadura que fermente toda la sociedad, promoviendo la justicia y combatiendo la impunidad, y también a ser el pequeño grano de mostaza que crece y da cobijo a los demás (Mt 13, 24-43).

Existen religiosas y religiosos, donadores y voluntarios que apoyan a mujeres embarazadas, a migrantes explotados, a familiares de víctimas del crimen, donde lo que priva es el amor y la misericordia de Dios que no los desampara a través de esas personas, de esta manera concreta Dios manifiesta su poder. Y así hay muchos otros ejemplos de cómo Dios obra en el mundo a través de sus discípulos-misioneros. ¿Y nosotros cómo mostramos el poder de Dios a los demás?


Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez

Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.

Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»

Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).

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