Primera multiplicación de los panes

Tras el retiro, al nordeste del lago, probablemente en Banias, en las fuentes del Jordán, alejados del poder del rey sangriento, vuelven a Cafarnaúm.

Las gentes no han estado quietas. Ha crecido la fama del maestro. Le buscan muchos, que vienen de todas partes. unos por su poder de curar, otros por oírle, otros por una fe incipiente. Jesús al verlos se compadeció porque "andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñar. Como avanzase la hora, se le acercaron los discípulos y le dijeron: Este sitio es desierto y ya es muy tarde: Despídelos para que vayan a los campos y aldeas vecinas y se compren algo para comer" (Mc). A Jesús y a los que le escuchan se les ha pasado el tiempo volando. Habla, enseña, cura, consuela, abre horizontes, actúa como buen pastor. Pero el tiempo pasa y hay que comer; se hace de noche y hay que ser prácticos. "Jesús les dijo: "No hace falta que vayan; dadles vosotros de comer". Ellos contestaron: No tenemos más que cinco panes y dos peces" (Mc), que eran de un muchacho que estaba por allí.

"Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman éstos? Lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno coma un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es esto para tantos?"(Jn)

Evidentemente, no pueden dar de comer a tanta gente; ni ellos mismos pueden alimentarse. Jesús ve que es el momento oportuno para un signo grande. Y "dijo: Haced sentar a la gente. En aquel lugar había mucha hierba. Se sentaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban sentados, e igualmente les dio de los peces cuanto quisieron. Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: Recoged los trozos que han sobrado para que nada se pierda. Entonces los recogieron, y llenaron doce cestos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido"(Jn)

Era cinco mil hombres; contando mujeres y niños se puede multiplicar por tres o cuatro resultando el número bastante elevado. Se necesitan muchos kilos de pan para dar de comer a tantos. Jesús toma la ofrenda humilde y generosa del muchacho, y parte el pan. Al darlo, y volver a tomar el pan para partirlo, permanece la misma cantidad, así hasta los miles de panes para todos que coman hasta hartarse. Igualmente con los peces. La gente come, están saciados, se preguntan de dónde ha venido tanto pan si nada tenían. Y corre la voz del nuevo milagro. Sobran doce canastos llenos, hay pan en abundancia. El entusiasmo se hace visible. "Aquellos hombres, viendo el milagro que Jesús había hecho, decían: este es verdaderamente el Profeta que viene al mundo. Jesús, conociendo que iban a venir para llevárselo y hacerlo rey, se retiró de nuevo al monte él solo"(Jn).

No quiere Jesús el éxito engañoso de ser elevado a la categoría de rey temporal. Él lo podría hacer mejor que cualquiera de los gobernanates de los pueblos de cualquier tiempo, pero su reino es espiritual: viene a liberar de la esclavitud del pecado y del diablo, bastante más difícil que conseguir un buen abastecimiento de pan. No va a ser fácil convencer a los que están exaltados. Y se va, diciendo a los suyos que se marchen a la otra orilla del lago, a Betsaida Julia, y despide a la gente.

"Inmediatamente después Jesús mandó a los discípulos que subieran a la barca y que se adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, despedida la multitud, subió al monte a orar a solas; y después de anochecer permanecía él solo allí. Entretanto la barca estaba ya alejada de tierra muchos estadios, batida por las olas, porque el viento le era contrario. En la cuarta vigilia de la noche vino hacia ellos caminando sobre el mar. Cuando le vieron los discípulos caminando sobre el mar, se turbaron y decían: Es un fantasma; y llenos de miedo empezaron a gritar. Pero al instante Jesús comenzó a decirles: Tened confianza, soy yo, no temáis. Entonces Pedro le respondió: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. El le dijo: Ven. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a andar sobre las aguas hacia Jesús. Pero al ver que el viento era tan fuerte se atemorizó y, al empezar a hundirse, gritó diciendo: ¡Señor, sálvame! Al punto Jesús extendiendo su mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? Y cuando subieron a la barca cesó el viento. Los que estaban en la barca le adoraron diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios"(Mt).

Ha dejado claro su poder sobre la materia del pan y de los peces. Después manifiesta su poder sobre su propio cuerpo caminando sobre las aguas. La fe va creciendo en los apóstoles, y adorándole dicen: "verdaderamente eres Hijo de Dios"(Mt); es como un despertar, pues "no habían entendido lo de los panes pues su entendimiento estaba embotado" (Mc).

"Terminada la travesía llegaron a tierra a la altura de Genesaret. Al reconocerlo los hombres de aquel lugar mandaron aviso a toda la comarca y le trajeron todos los enfermos, y le suplicaban poder tocar aunque sólo fuera el borde su manto; y todos aquellos que lo tocaron quedaron sanos" (Mt).

Reproducido con permiso del Autor,

Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias

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Un comentario

  1. excelente ,sobretodo enestostiempo que tantos quieren ser rey de muchas cosas,pero solo hay uno que es humilde siendo dueño del universo. gracias por estos mensaje que entregan tanta verdad y paz en un mundo convulsionado.

  2. excelente ,sobretodo enestostiempo que tantos quieren ser rey de muchas cosas,pero solo hay uno que es humilde siendo dueño del universo. gracias por estos mensaje que entregan tanta verdad y paz en un mundo convulsionado.

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