Inicio de la oposición a Jesús

Los primeros meses de predicación han sido de aprobación casi general. Las multitudes le buscan. Los milagros se multiplican. Se acepta la predicación del reino. La expulsión de los mercaderes del Templo ha dado lugar a una oposición incipiente, pero pronto queda ahogada por el entusiasmo ante el nuevo profeta que va a suprimir abusos evidentes.

La reacción de los nazarenos “de querer despeñarle” queda silenciada por la pequeñez del lugar y su lejanía de los centros más influyentes. Pero pasado el primer entusiasmo comienza la oposición en Galilea, y después, cuando el movimiento originado por Jesús cobre importancia, pasará a Judea. En el núcleo de esta oposición estarán los fariseos. Pero la raíz es la presencia del pecado. Lo ocurrido a aquellos hombres del tiempo de Jesús es una constante de todas las épocas y momentos de la historia. Vayamos por partes.

Los sectores aristocrático y sacerdotal en la época de los Macabeos, deslumbrados ante la fuerza del helenismo, pactaron con él. Pero algunos grupos populares resistieron y se opusieron y fueron la base de la rebelión macabea. Se llamaban los piadosos (perushim) de ahí el nombre de fariseos. El nombre quiere decir “los separados”. Venían de las clases bajas y de los intelectuales (escribas), no eran sacerdotes y eran hostiles a la ocupación romana.

En el terreno religioso pensaban que la Ley de Moisés debía entenderse a la luz de una tradición de muchos preceptos, que formaban un muro que defendía el cumplimiento de la misma. Eran rigurosos y se consideraban defensores de la integridad de la Ley. En tiempos de Herodes los fariseos eran unos 6000; no muchos, pero formaban un clan fuertemente unido. De hecho, controlaban al pueblo con una autoridad paralela a la de los sacerdotes mucho menos numerosos. Tenían prestigio, y, con frecuencia vivían a la sombra de este prestigio.

La raíz de su enfrentamiento a Cristo está en el pecado. Su actitud tiene algo de universal, y va a encontrar en Jesús un rechazo mayor que otros pecados. A primera vista, sorprende que sean la reacción más fuerte contra Jesús; la raíz de todo pecado es el orgullo, y ahí va a situarse el problema. Es fácil descubrir que muchos de los fariseos padecen en alguna medida la soberbia espiritual. Ahí estará la razón de su endurecimiento ante Jesús, y de esa mala voluntad que lleva a ver con malos ojos hasta las mejores acciones. La Ley será una excusa para el enfrentamiento. No se trata de ir al fondo de la Ley moral para ver quién la cumple mejor, sino de refugiarse en legalismos y en tradiciones humanas que oscurecen la verdadera voluntad de Dios, que es el amor y la salvación de los hombres a través de su Cristo.

Es más fácil entender ahora la oposición de los fariseos y de tantos que se encuentran con este problema en todos los tiempos, a veces sin detectar la enfermedad.

Veamos ahora en, cinco actos, la oposición primera a Jesús por parte de los fariseos de Galilea. Primero, en casa de Pedro, cuando critican interiormente a Jesús porque perdona los pecados a un paralítico. La crítica fue silenciosa, como un susurro entre ellos mismos. No pueden aceptar que Jesús es enviado por Dios. Su ceguera es patente ante los signos de su poder, por eso, ni siquiera un milagro les persuade de que también los pecados del paralítico han sido perdonados, con el mismo poder que tiene el que obra el milagro. Son ciegos que guían a otros ciegos, son sordos que no quieren oír.

El siguiente acto fue el escándalo ante la asistencia de Jesús a la comida en casa de Mateo con sus amigos, y que hemos descrito, a los que consideran pecadores. No es impensable una cierta envidia ante el éxito de Jesús. La crítica sigue en el mismo Cafarnaúm poco después. y se hace externa. No aprecian la conversión de un pecador y Jesús tiene que aclarar la importancia del médico para los enfermos, y la conversión para los pecadores. A los fariseos les resulta difícil la lógica de la misericordia, y siguen la del cumplimiento legal externo.

La oposición crece de tono por la conducta de los discípulos de Jesús en cosas que parecen triviales pero que estaban muy reguladas por las interpretaciones farisaicas se trata de la cuestión de los ayunos:

"Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron a decirle: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan y, en cambio, tus discípulos no ayunan?". Jesús les respondió:"¿Acaso pueden ayunar los convidados a la boda, mientras el esposo está con ellos? Durante el tiempo en que tienen al esposo con ellos no pueden ayunar. Días vendrán en que el esposo les será arrebatado; entonces, en aquellos días, ayunarán. Nadie pone una pieza de paño nuevo a un vestido viejo; pues de otro modo la pieza tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce un desgarrón peor. Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; pues de lo contrario, el vino rompe los odres, y se pierden el vino y los odres; por eso, el vino nuevo se echa en odres nuevos"(Mc). El sentido del ayuno es mortificar el cuerpo como súplica a Dios. Jesús va más lejos que la mera respuesta moral y utiliza el ayuno para declarar veladamente quien es El: nada menos que el Esposo, es decir, Dios. El mismo que se manifestó como Esposo de Israel por el profeta Oseas. El escándalo es total si no se está dispuesto a creer.

Tras estas cuestiones va a surgir una mayor; al fin al cabo, los ayunos son libres y no regidos por la Ley misma. Se trata del mismo cumplimiento de la Ley en una cuestión importante el descanso del sabbat. "Un sábado pasaba el Señor por los sembrados, y sus discípulos iban delante desgranando espigas. Los fariseos le decían: Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?" Ahora es escándalo crece de tono, se trata de un verdadero pecado. Jesús defiende a sus discípulos usando la misma Escritura Y les dice: "¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando se vio necesitado, y tuvo hambre él y los que estaban con él? ¿Cómo entró en la Casa de Dios en tiempos de Abiatar, Sumo Sacerdote, y comió los panes de la proposición, que no es lícito comer más que a los sacerdotes, y los dio también a los que estaban con él?" No cabe respuesta pues no se atreven a llamar pecador al mismo David y a los sacerdotes que hicieron una acción buena. Pero la enseñanza de Jesús va al fondo de la cuestión más allá de una discusión rabínica "Y les decía: El sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. Por tanto, el Hijo del Hombre es señor hasta del sábado"(Mc) La afirmación es escandalosa para los fariseos. Jesús se proclama Señor del Sábado, es decir a la altura de Dios mismo. ¿Cómo entender estas palabras? Los fariseos están perplejos y la enemistad crece. Crecerá más aún la animadversión cuando sea el mismo Cristo el que incumpla las tradiciones humanas que regulan el sábado. Se trata de la curación en el día del sábado. Podía considerarse trabajo realizar una curación. Los corazones, cerrados y endurecidos, ven una ocasión más para acusarle de pecador, aunque lo realizado sea milagroso, pero, ¿qué importa? Lo importante son sus interpretaciones de la Ley, no la Ley misma; y menos el querer de Dios que se manifiesta misericordioso con el pobre y necesitado.

"De nuevo entró en la sinagoga, donde se encontraba un hombre que tenía la mano seca. Le observaban de cerca por si lo curaba en sábado, para acusarle. Y dice al hombre que tenía la mano seca: Ponte en medio. Y les dice: ¿Es lícito en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla? Ellos permanecían callados. Entonces, mirándolos con ira, entristecido por la ceguera de sus corazones, dice al hombre: Extiende tu mano. La extendió, y su mano quedó curada"(Mc). Evidentemente, no se trata de un despiste, ni de cazar en un descuido, sino de una cuestión suscitada por el mismo Jesús: ¿se puede hacer el bien en sábado o lo prohíben los reglamentos? ¿Es más importante la caridad o los legalismos y prescripciones humanas? Y el hombre de la mano seca extiende su mano curada a la vista de todos. Los fariseos callan, pero no ceden; es más, conspiran contra Jesús. "Al salir, los fariseos, junto con los herodianos, celebraron enseguida una reunión contra él, para ver cómo perderle"(Mc). Poco importa que los herodianos sean poco religiosos y que defiendan a Herodes, que se plegaba ante Roma para tener una parcela de poder. Lo importante era quitar de en medio a Jesús, sea como sea, poco importa si va o no contra la moral y el querer de Dios.

El fondo de la cuestión se va revelando cada vez con más claridad. Se trata de un endurecimiento de los corazones ante el anuncio de que ha llegado el Reino anunciado por los profetas; y se resisten a la conversión; ni siquiera se aceptan la realidad de los milagros que se multiplican ante sus ojos. Pero resisten al anuncio y buscan todo género de excusas para no ver que tienen ante sus ojos al mismo enviado de Dios, al Mesías; no quieren reconocerlo. Lo veremos mejor al explicar el contenido moral y religioso que Jesús anuncia. Se trata de la resistencia a creer que Jesús perdona como Dios, se declara como Esposo divino y Señor del sábado. Éste es el problema.

Reproducido con permiso del Autor,

Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias

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