El resto de los Apóstoles

No conocemos cómo fue la llamada del resto de los apóstoles, excepto en el caso de Leví.

La discreción envuelve su vocación. Dos de ellos: Santiago y Judas Tadeo son parientes del Señor, y debió suceder con la confianza de los que se conocen mucho; probablemente le dicen que tienen fe, que creen en Él como Mesías. Jesús les hace ver la dificultad de una familia que no cree en Él. Y cuando les ve decididos, les acepta como discípulos. Seguirle no fue fácil; pues sus otros hermanos se oponen a Jesús. La familia casi entera acabará llamando loco a Jesús. Es lógico que tilden de ilusos a los que siguen a un loco. Cierto que su madre María Cleofé también cree, pero su voz no debió tener ningún peso específico puesto que se trataba “sólo” de una mujer. Ella, sin embargo, será, junto a María y otras mujeres quienes acompañarán al Señor durante todos estos años de vida pública. Y en la pasión continuará al pie de la cruz. Su testimonio tiene su valor, aunque no excesivo, en sus hijos. El paso no debió ser fácil.

La vocación de Simón el cananeo y de Tomás debió ser un sígueme como los anteriores, pero adaptado a unas circunstancias que invitan a la discreción. El silencio es mayor en el caso de Judas iscariote, como si los evangelistas se avergonzasen del fracaso de un hombre que empezó bien. La libertad es siempre libertad

Reproducido con permiso del Autor,

Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias

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