Condiciones para seguir a Jesús

Sólo el amor divino es capaz de seguir amando hasta en la cruz, en la contradicción y en el dolor.

Tras la fiesta y la comida en casa del fariseo amigo "Iba con él mucha gente, y volviéndose les dijo: Si alguno viene a mí y no odia a su padre y a su madre y a la esposa y a los hijos y a los hermanos y a las hermanas, hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo"(Lc). Parece excesivo lo que pide, pero todo amor, por bueno y legítimo que se presente, debe ser menos intenso que el amor a Dios y a su enviado Jesucristo. Sólo este amor divino es capaz de seguir amando hasta en la cruz, en la contradicción y en el dolor. El amor debe ser más fuerte que la muerte; ningún otro puede ponerse por delante.

"Porque, ¿quién de vosotros, al querer edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos a ver si tiene para acabarla?, no sea que, después de poner los cimientos y no poder acabar, todos los que lo vean empiecen a burlarse de él, diciendo: este hombre comenzó a edificar, y no pudo terminar?. O ¿qué rey, que sale a luchar contra otro rey, no se sienta antes a deliberar si puede enfrentarse con diez mil hombres al que viene contra él con veinte mil? Y si no, cuando todavía está lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz. Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo". Este es el modo de amar de una manera total, con un amor excedente. Cualquier apegamiento a las cosas de las tierra debe ser superado; no porque las cosas sean malas, sino porque pueden impedir el amor pleno si se colocan en el primer lugar de la vida de una persona

"La sal es buena; pero si hasta la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? No es útil, ni para la tierra, ni para el estercolero; la tiran fuera. Quien tenga oídos para oír, que oiga"(Lc). Los que escuchaban quizá pensarían en los saquitos de arena con sal que se usaban para salar con economía; cuando faltaba sal ya no salaban y se podía tirar la arena a los caminos. El Evangelio es la sal que da sabor a todo lo que toca, pero cada quien debe vigilar que no se pierda la sal.

"Se le acercaban todos los publicanos y pecadores para oírle". Escuchar al Señor, con un corazón no pervertido, despertaba entusiasmo. La Ley se presentaba exigente en su boca, pero acogedora, era como escuchar lo de siempre, pero con luces nuevas, con nuevos sabores, con el alma abierta a nuevos horizontes y se conmovían los corazones Era un clamor especial de algo nuevo y desconocido. "Pero los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: Este recibe a los pecadores y come con ellos". Es el contrapunto de la envidia y la mala voluntad junto a no entender el corazón de Dios. Es posible que en este ambiente Jesús dijese la parábolas de la misericordia que hemos citado al principio.

Reproducido con permiso del Autor,

Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias

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Un comentario

  1. Gracias por enviarme estos lindos mensajes, me gustaría seguir recibiendolos especialmente los comentarios del Evangelio del día y otros para compartir con la familia.

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