La Paz: Entrevistas

Conversando sobre la paz con Arcadi Olivares

Arcadi Olivares es Doctor en Ciencias Económicas y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, presidente de la ONG Justicia y Paz, presidente honorario de Financiamiento Ético y Solidario

 

A menudo nos muestran los conflictos como disputas religiosas o choques culturales, pero observando al detalle aparecen intereses económicos. ¿Las guerras se basan en prioridades económicas?

-Primero querría desmentir una información que dice que toda guerra genera buena actividad económica y es origen de crecimiento económico. Generalmente la guerra pone muchos impedimentos al desarrollo económico. La mayo-ría de guerras están vinculadas a la economía, aunque no todas tienen la economía como base de su gestación. La guerra de Irak es claramente económica. En cambio, la guerra entre Israel y Palestina tiene connotaciones económicas -las diferencias de nivel económico entre los dos pueblos son de 1 a 16-, pero es una guerra de base territorial. Sí es claramente económica la guerra de Angola, donde hay luchas sangrientas por el control de los minerales.

¿El papel de Europa podría ser de contrapeso a los Estados Unidos y ejemplo de aplicación de políticas sociales oberturistas?

-Sí, pero para contrarrestar a los Estados Unidos, Europa no puede tener la misma fuerza militar que ellos. Así no podemos hacer frente a los norte-americanos. Todo documento que en este sentido firma Europa tiene un plus que la convierte en la pata europea de la OTAN. Una Europa fuerte para compensar a Estados Unidos no me gusta, porque dentro de unos años China podría aumentar su potencial militar para contrarrestar a Europa y Estados Unidos. Después India haría lo mismo. La única forma que tiene Europa de contrarrestar la fuerza de Estados Unidos es asociarse con los ciudadanos progresistas de este país que no quieren el imperio. Os aseguro que los hay.

Usted ha hecho referencia a la inmigración. ¿Qué podemos hacer para que no se transforme en un obstáculo para la paz?

-Deberíamos percibir las migraciones como algo positivo que ha habido a lo largo de toda la historia y que nos ha hecho crecer. Ahora la pirámide de población europea es completamente deficitaria, porque la población ha envejecido. Necesita de personas jóvenes que vengan de fuera. De hecho, los inmigrantes continuarán llegando tanto si hay policías en la frontera como si hay una Ley de Extranjería, porque Europa continuará suponiendo un polo de atracción. Por tanto, la única posibilidad es concienciarnos sobre la necesidad de ordenar la llegada de personas y darles derechos para que no sean ciudadanos de segunda, no tengan que aceptar sueldos de miseria y para que los trabajadores de aquí no se enfaden. Se ha de abrir puertas y regularizar a quienes ya están aquí. Cuando no haya trabajo los inmigrantes dejarán de venir. La inmigración nos puede enriquecer, cultural y económicamente, sin tener que provocar un choque de culturas.

Actualmente ¿Qué ambiente se respira en las asociaciones que trabajan por la paz?

-En este trabajo siempre hay momentos de salir a la calle y momentos de reflexión interna. Ahora estamos en un momento reflexivo. Aunque no conseguimos frenar la guerra obtuvimos cambios importantes. Trabajar por la paz es apostar por el horizonte. Aunque a cada paso que demos este continúe estando igual de lejos, tenerlo como meta siempre nos servirá para avanzar. No podemos perder la esperanza.

Entrevista elaborada por los redactores de la Hoja Informativa de la Carta de la Paz.

www.cartadelapaz.org

Julio de 2005

http://www.cartadelapaz.org

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Usted es presidente de una entidad llamada “Justicia y Paz”. ¿Sin justicia no puede haber paz?

-La paz es un bien de segundo nivel; es decir, la paz requiere de la existencia de bienes de primer nivel para que consigamos una paz positiva. Si sólo quisiéramos una paz pobre, entendida como silencio de armas, la vincularíamos a procesos de desarme, "altos el fuego" o tratados de paz. Pero la paz debe ser mucho más. La paz positiva exige justicia: desde la social en casa hasta la justicia con el Tercer Mundo. También exige respeto a los derechos humanos, respeto al entorno ecológico, el mismo desarme, … Sin ciertas condiciones no podemos hablar de paz positiva.

¿Es posible esta paz si los habitantes de los países desarrollados no aceptamos algunas renuncias?

-Si queremos el desarrollo de todos los pueblos, tenemos que comprender que no todos pueden llegar a tener el nivel de vida que tenemos, ya que no hay recursos suficientes en el planeta para que todos tengan la misma energía, industria, papel o agua de la que disponemos. Si realmente queremos que otros pueblos se desarrollen como nosotros hemos de reducir nuestro consumo diario para que otros también puedan disfrutarlo.

¿Y la sociedad está preparada para este gesto?

-Por desgracia normalmente reaccionamos con golpes concretos. A veces tenemos ansias de solidaridad, quizá porque es Navidad o porque nos impactan las imágenes de un tsunami. Entonces, actuamos. Pero deberíamos ser solidarios permanentemente. Aún así, no estoy desanimado, porque creo que hay una reacción humana, quizá en estos momentos aún minoritaria, que está trabajando mucho en esta dirección. Por ejemplo, hace unos años en Barcelona sólo había una tienda de productos ecológicos y ahora hay una en cada barrio. Otras veces, como en el tema de los aerosoles y la destrucción de la capa de ozono, hemos convertido la necesidad en una virtud. Si tenemos en cuenta las cosas que aceptamos por obligación y la voluntad adquirida para arreglar otras, las actitudes solidarias y respetuosas podrían ir tomando cuerpo.

Usted ha sido uno de los principales impulsores de la Banca Ética en España. ¿Qué aportación a la paz hace este sistema económico?

-La banca ética tiene dos características fundamentales. Por una parte, garantiza a los ahorradores el buen uso de su dinero, es decir, garantiza que sus ahorros nunca serán utilizados con finalidades no éticas. El dinero en estos bancos nunca se invertirá en industrias armamentísticas, en centrales nucleares, en tráfico de drogas, en prostitución, en explotación infantil o en la discriminación de la mujer. Y, en segundo lugar, da créditos a aquellos que tienen difícil acceso a los créditos convencionales por falta de garantías o avales. Ahora en España aún no tenemos oficinas de bancas éticas, pero hay entidades que trabajan en esa dirección.

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