La alegría de los novios de Caná

El primer milagro de Jesús se realiza en un banquete de bodas. “En los evangelios abundan las referencias a Jesús comiendo y bebiendo; habla de su hambre, come con unos y con otros (Él mismo dice que sus enemigos le tachan de “comilón”), en una cena instituye el sacramento de la Eucaristía, e incluso después de resucitar pregunta a los discípulos: ¿Tenéis aquí algo de comer? Le dieron un trozo de pez asado y tomándolo comió delante de ellos”[400]. Sabe bien Jesús que de estas cosas tenemos necesidad y cómo nos proporcionan alegría. El primer milagro será para repartir alegría a través de la bebida en un convite de bodas.

Mucha fue el agua convertida en vino durante las fiestas de Caná; San Juan nos dice que había allí seis tinajas de piedra preparadas para las purificaciones de los judíos cada una con capacidad de dos o tres metretas. Jesús les dijo: Llenad las tinajas. Y las llenaron hasta arriba[401]. Se ha calculado que la capacidad de cada uno de esos cántaros era de 80 a 120 litros; en total 480 a 720 litros. Esa gran cantidad de vino de la mejor calidad es para dar alegría sobreabundante.

Los profetas habían anunciado que el mismo Yavé dará la felicidad y la tierra dará sus frutos[402] y las eras se llenarán de buen trigo, los lagares rebosarán de mosto y de aceite puro [403]. Jesús declara que ha venido para que tengan vida y la tengan en abundancia[404]; pero no se limita a los bienes del alma, sino que tambien reparte alegría humana externa, y lo hace con abundancia.

La abundancia de vino en el milagro de Caná es algo que llama la atención. Un detalle no puede pasarnos inadvertido: gran parte de esa abundancia depende de la obediencia de los servidores. Da mucho, pero no deja de pedir la colaboración humana, aunque sea desproporcionada, ¿qué hubiera sucedido si los sirvientes hubiesen llenado sólo hasta la mitad o las dos terceras partes?. No lo sabemos, pero es muy probable que el milagro hubiese sido menos generoso y abundante; porque ellos habían sido cicateros. Dios es generoso y , como buen Padre, quiere que los hijos hagan algo para gozar más de los regalos. ¡Es tan fácil ver aquí la generosidad de Dios!. La generosidad es fruto del amor. Dios es generoso porque es Amor. El que ama goza dando sus bienes a los que quiere. No piensa en cuanto le cuesta, sino en cuanta alegría reparte. Pero quiere unir nuestra pequeña generosidad a la suya, así, 2, más 2, más Dios hace un número divino.

El milagro de la multiplicación de los panes es también abundante -comen cinco mil hombres una vez y cuatro mil otra-, pero la diferencia con el milagro de la conversión del agua en vino puede estar en la alegría distinta que proporciona el pan o el vino. El pan es un alimento dirigido a la necesidad de vivir. El vino no es necesario para la vida, pero la alegra si se toma con moderación; el vino alegra el corazón del hombre[405], dice la Sagrada Escritura, cosa fácilmente comprobable. Es cierto que en exceso lleva a pecados de tristes consecuencias como la embriaguez, que puede conducir a la locura y la inutilidad más plena, así como a la violencia y la impureza. El vino y las mujeres hacen apostatar a los sabios[406], recuerda el Antiguo Testamento; y San Pablo insiste en esta vertiente del exceso en el beber cuando recomienda a los primeros cristianos: no os embriaguéis, pues la lujuria está en la borrachera[407]. Pero es innegable que el vino tomado con moderación ayuda a la salud y da alegría a los hombres.

La alegría de los novios es un motivo importante de Jesús para realizar el milagro. Es cierto que este milagro es un anuncio de los goces eternos y de las alegría espirituales,también es un preludio de la Eucaristía y de la felicidad mesiánica; pero no es menos cierto que es un modo de alegrar la fiesta de aquellos jóvenes en un día tan señalado de su vida. Dios no quiere la tristeza de los hombres.

Hay dos tipos de tristeza, la mala y la buena. La tristeza puede ser buena cuando se apena ante el mal y el pecado, y lo evita. Pero la tristeza es mala cuando es una manifestación del egoísmo, su escoria, dirá el Bienaventurado Josemaría. La tristeza mala es viscosa, pegadiza y tenebrosa, paraliza el alma y la encauza a malos pecados como para compensar el mal experimentado. La tristeza lleva a la inercia, a la falta de audacia y al egoscentrismo.La tristeza es un vicio causado por el desordenado amor de sí mismo, que no es un vicio especial sino la raíz general de todos ellos[408] . Es decir, es un fruto amargo del orgullo.

La alegría en cambio da elasticidad al alma, hace al hombre disponible, ágil, entusiasmado si el goce es muy grande. El triste es casi muerte, está más en ocasión de pecado que el alegre, es un amargado, pesimista que intenta enturbiar la vida de los demás. La alegría es un don de Dios que constituye como un temómetro de la vida interior, hace fácil el perdón,los alegres suelen ser serviciales, amables, optimistas, prontos a olvidar agravios. El entusiasmo del alegre es contagioso y deseable,y puede ser un anticipo del Cielo. No en vano el Señor comienza su Sermón del Monte con la bienaventuranzas, que son un camino para ser feliz aún en medio de las mayores contrariedades. El santo es alguien alegre, pues la verdadera virtud no es triste y antipática, sino amablemente alegre[409].. En cambio, es posible decir: ¿No hay alegría?-. Piensa:Hay hay un obstáculo entre Dios y yo.- Casi siempre acertarás[410]

Buen comienzo para aquel matrimonio, del que nada más se sabe. Con los años tendrían hijos y nietos,y tal vez recordarán como su boda comenzó con la primera manifestación extraordinaria del Mesías, ¿o no se enteraron?. Lo cierto es que Jesús santifica el Matrimonio natural convirtiéndolo en un Sacramento, es decir en un signo sensible de la gracia para algo tan importante como es la trasmisión de la vida y la comunión personal entre los esposos. Los novios de Caná se enterarían de algo, pero es muy probable que no fueran conscientes de la magnitud de lo que entonces pasó. Simplemente estuvieron alegre, y nada más. Pero ¿acaso somos conscientes nosotros de las grandezas que Dios derrama sobre cada uno constantemente?. Si nos diésemos cuenta de la generosidad de Dios y de la abundancia de sus dones seríamos más agradecidos, y resistentes a las tristezas y pesimismos fruto del amor propio.


[400] Carlos Pujol. Gente de la Biblia. Los novios de Caná

[401] Jn 2,6-7

[402] Salmo 85,13

[403] Joel 2,24; cfr Am 9,13-15.

[404] Jn 10,10

[405] Salmo 103,15

[406] Eccli 19,2

[407] Ef 5,28

[408] Santo Tomás de Aquino. Summa teológica 2,2 q.28 a.4 ad 1

[409] Camino. n. 657

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