La adicción al trabajo (workaholism)

Guillermo S. Edelberg DBA

Profesor Emérito

El estudio de la jornada de trabajo ha sido una constante a lo largo de los años. La literatura describe y discute aspectos tales como sus muchas horas durante la Revolución Industrial, las luchas sindicales por una jornada de ocho horas y la reducción de la semana laboral en Francia.

El cine trató el tema. En The Man in the Grey Flannel Suit, una película con Gregory Peck y Fredric March, el primero decide no aceptar, por las consecuencias en su vida familiar, un ascenso que le ofrece el segundo. Éste, su jefe y típico tycoon, exigía de su colaborador estar disponible en todo momento. En una escena culminante Gregory Peck, al rechazar el ascenso, le dice: I’m a nine-to-fiver (algo así como “soy el tipo de persona que trabaja ‘de nueve a cinco’” -es decir, un horario diurno normal).

El Prof. Charles A. Bliss, a quien conocí mientras cursaba el doctorado, solía decir no one is underpaid until he is overworked (“nadie ha cobrado poco a menos que haya trabajado demasiado” – aunque cabría aclarar la expresión «trabajar demasiado»).

En la actualidad es frecuente encontrar referencias al fenómeno que los japoneses denominan karoshi, la muerte por exceso de trabajo. Sin llegar a este extremo, es común toparse con menciones referidas a:

1) el aumento en el número de horas semanales trabajadas que en ocasiones llega a 60 o más (¿seguirán aumentando?);

2) la dificultad en separar las horas de trabajo de las horas de descanso a causa de los modernos medios de comunicación; y

3) workaholism, vocablo que, aplicado a una persona, se transforma en workaholic.

¿Cuál es el significado preciso de estas palabras?

Workaholism, expresión acuñada por W. Oates en 1971 y popularizada a finales de los 80, se refiere a un concepto que no es fácil de definir. Según los especialistas ello se debe a su complejidad. Una autora, M. Machlowitz, lo describió como “una actitud hacia el trabajo expresada en esfuerzo y en tiempo y que implica una forma extrema de involucrarse”. Quizás sea más claro decir que es “una compulsión al trabajo, análoga al alcoholismo u otra adicción, que interfiere en las relaciones familiares, las relaciones sociales y el desarrollo personal,” y que, sin embargo, no tiene un castigo social como sí lo tienen la adicción al alcohol o a las drogas.

La denominación de workaholic se aplica de manera informal a cualquier persona que trabaje duro y los especialistas señalan que los elementos que conducen a este comportamiento son muchos y resisten una única definición (M Peiperl y B. Jones, Workaholics and Overworkers: Productivity or Pathology?, Group and Organization Management, septiembre de 2001).

La adicción al trabajo tiene distintas causas, como ser tendencias compulsivas u obsesivas, competitividad y orientación al logro, miedo al fracaso y sentimiento de incompetencia. Quienes la sufren tienen una necesidad compulsiva hacia la aprobación y el poder derivados de logros. La autora antes mencionada señala que no en todos los casos de workaholism se está en presencia de frustración e infelicidad. El apoyo familiar y la autonomía y variedad del trabajo contribuyen a ello.

Distintas publicaciones dicen al respecto lo siguiente:

– Se debe enfrentar el dolor emocional causado por la adicción al trabajo para evitar daños irreparables. Esto requiere superar las fuertes defensas del adicto – “lo hago porque me preocupo por mi familia”- y poseer un excelente poder de comunicación y una gran paciencia para recordarle con frecuencia cuáles son las prioridades en la vida. Los workaholics -según un estudio, el 82 por ciento son hombres- utilizan toda clase de subterfugios para engañar a sus familias y ocultarles durante sus vacaciones que siguen en contacto con sus oficinas. No es raro que la adicción al trabajo termine en divorcio (The Wall Street Journal. Noviembre de 2002 y agosto de 2004);

– Los workaholics, contrariamente a lo que muchos creen, no son los mejores trabajadores. Con frecuencia su inclinación es contraproducente. Trabajan en forma menos eficiente porque no quieren que sus tareas se terminen (Sales and Marketing Manager. Abril de 2004);

– El entrenamiento para el liderazgo de un gerente adicto al trabajo puede lograrse mediante un plan individualizado puesto en práctica en una etapa temprana de su carrera, con un coaching efectivo y experiencias gerenciales reales (Harvard Business Review. Marzo de 2003)

– Las consecuencias de la adicción al trabajo sobre la salud incluyen la falta de sueño, hipertensión, estrés y aumento en el riesgo de un ataque cerebral o cardíaco. Uno de sus peligros potenciales es el burnout. La adicción al trabajo es una fuerza corrosiva que afecta la moral, el trabajo en equipo y la productividad. Si se la tolera, pueda darle un mal nombre a la organización porque demuestra que es el comportamiento esperado, preferido y valorado. Se corre el riesgo de que tal imagen atente contra la incorporación de nuevo talento (Supervision. Febrero de 2002).

Para evitar o curar la adicción al trabajo se emplean varias herramientas y técnicas. Una es la vieja recomendación de aprender a delegar, la cual no representa ninguna novedad para cualquiera que haya trabajado en una empresa.

Workaholics Anónimos, una organización con más de 20 años de existencia, pone en práctica otra más moderna. Sus resultados, sin embargo, no se obtienen en forma inmediata porque, pese a que se organizan grupos de autoayuda, la asistencia no es segura. En uno que se organizó con unos 10 workaholics en Silicon Valley la asistencia disminuyó. Sólo tres se hicieron presentes en una reunión ¿Y los demás? No pudieron asistir. Tenían mucho trabajo.

INCAE Busines School

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