Clonación en el Magisterio de la Iglesia

Posición de la Santa Sede, sobre la clonación humana la 59ª Asamblea General de las Naciones Unidas

Documento que preparó la Santa Sede sobre la clonación humana ante el debate que ha tenido lugar en el VI Comité de la 59ª Asamblea General de las Naciones Unidas entre el 21 y el 22 de octubre.

1. La Santa Sede está convencida de la necesidad de sostener y promover la investigación científica para el beneficio de la humanidad. Por esto, la Santa Sede alienta con solicitud aquellas investigaciones que están siendo realizadas en los campos de la medicina y de la biología con el objetivo de curar enfermedades y mejorar la calidad de vida de todos, con tal de que sean respetuosas con la dignidad del ser humano. Este respeto exige que toda investigación que sea contradictoria con la dignidad del ser humano sea moralmente excluida.

2. Hay dos fuentes potenciales de células estaminales para la investigación humana: en primer lugar las células estaminales «adultas», que derivan de las sangre del cordón umbilical, de la médula ósea y otros tejidos, y en segundo lugar las células estaminales «embrionales», que son obtenidas de la desagregación de embriones humanos. La Santa Sede se opone a la clonación de los embriones humanos con el propósito de su destrucción para obtener de ahí sus células estaminales, incluso por un noble objetivo, porque es incompatible con el fundamento y el motivo de la investigación biomédica humana, esto es, el respeto por la dignidad de los seres humanos. Sin embargo, la Santa Sede aplaude y alienta la investigación que utiliza las células estaminales adultas, porque es completamente compatible con el respeto de la dignidad de los seres humanos. La inesperada plasticidad de las células estaminales adultas ha hecho posible usar con éxito este tipo de célula indiferenciada y autoregeneradora en la curación de distintos tejidos y órganos humanos, [1] en particular en los corazones dañados después de infartos de miocardio. Los múltiples logros terapéuticos que han sido demostrados utilizando células estaminales adultas, y la promesa que éstas constituyen para otras enfermedades, tales como desórdenes neurodegenerativos o diabetes, hacen de los esfuerzos por respaldar esta fructífera vía de investigación una cuestión urgente [3]. Sobre todo, está universalmente acordado que el uso de las células estaminales adultas no implica problema ético alguno.

3. En cambio, la investigación que utiliza células estaminales embrionales ha sido obstaculizada por importantes dificultades técnicas [4]. Los experimentos en células estaminales embrionales no han producido aún un solo éxito terapéutico claro, ni siquiera en animales [5]. Además las células estaminales embrionales han causado tumores en los animales [6] y podían generar cáncer si se administraran a pacientes humanos [7]. A menos que estos graves riesgos se eliminen, los experimentos en células estaminales embrionales no tendrán ninguna aplicación clínica [8]. Dejando a un lado los problemas técnicos, la necesidad de extraer estas células de embriones humanos vivos suscita cuestiones éticas de la máxima importancia.

4. La llamada «clonación terapéutica», que sería mejor llamar «clonación de investigación» puesto que estamos aún lejos de las aplicaciones terapéuticas, ha sido propuesta a fin de evitar el potencial rechazo inmunitario de las células estaminales embrionales derivado del donante distinto del receptor. En cualquier caso, el uso de células estaminales embrionales implica un alto riesgo de introducir en los pacientes células de embriones anormales. Ha sido bien probado que la mayoría de los embriones no-humanos producidos por clonación con transferencia nuclear son anómalos, con una deficiencia en muchos genes (marcados y no marcados) necesarios para el desarrollo de un embrión precoz. [9] Las células estaminales embrionales extraídas de embriones anómalos y no aptos llevarán sus «defectos epigenéticos» y transmitirán al menos parte de ellos a sus células hijas. La transferencia de tales células estaminales embrionales clonadas sería por lo tanto extremadamente peligroso: estas células podrían provocar desórdenes genéticos, o iniciar leucemias u otros cánceres. Además, debe desarrollarse aún un modelo primario no-humano de clonación, que sería necesario a fin de llevar a cabo experimentos para establecer en ellos la seguridad antes de intentar experimentos terapéuticos en seres humanos [10].

5. Los beneficios de la clonación terapéutica para la salud son hipotéticos, mientras que el método mismo siga siendo principalmente una hipótesis. Por eso el crescendo de hipérboles que ensalzan la promesa de este tipo de investigación podrían al final minar la misma causa que pretende servir [11]. De hecho, hasta poniendo a un lado las consideraciones éticas fundamentales además de las expectativas del paciente, el estado actual de la «clonación terapéutica» excluye, ahora y en el futuro cercano, cualquier aplicación clínica.

6. Científicos, filósofos, políticos y humanistas están de acuerdo en la necesidad de una prohibición internacional de la clonación reproductiva. Desde un punto de vista biológico, llevar al nacimiento a embriones humanos clonados sería peligroso para la especie humana. Esta forma asexual de reproducción evitaría la usual «mezcla» de genes que hace a cada individuo único en su genoma y fijaría arbitrariamente el genotipo en una particular configuración, [12] con previsibles consecuencias genéticas negativas para la reserva genética humana. Sería además prohibitivamente peligroso para el clon individual. [13] Desde un punto antropológico, la mayoría de las personas reconocen que la clonación es ofensiva a la dignidad humana. La clonación de hecho daría vida a una persona, pero a través de una manipulación de laboratorio en orden de pura zootecnología. Esta persona entraría en el mundo como una «copia» (si bien sólo una copia biológica) de otro ser. Siendo ontológicamente único y digno de respeto, la forma en que un ser humano clonado ha sido traído al mundo marcaría a esa persona más como una manufactura que como nuestro semejante, un reemplazo más que un individuo único, un instrumento de la voluntad de cualquier otro más que algo tiene el fin en sí mismo o en sí misma, un artículo de consumo sustituible antes que un evento irrepetible en la historia humana. Por esta razón la falta de respeto hacia la dignidad de la persona humana es inherente a la clonación.

7. Sin embargo, hay quien querría dejar fuera de esta prohibición internacional propuesta la posibilidad de la «clonación terapéutica», como si se tratara de un proceso distinto del reproductivo. La verdad es que la clonación reproductiva y la clonación «terapéutica» o «de investigación» no son dos tipos diferentes de clonación: implican el mismo proceso técnico de clonación y difieren únicamente en los objetivos que persiguen. Con la clonación reproductiva se apunta a implantar el embrión clonado en el útero de una madre subrogada a fin de «producir» un niño; con la clonación «de investigación» se apunta a utilizar inmediatamente el embrión clonado, sin permitirle que se desarrolle, eliminándolo por lo tanto durante el proceso. Se puede incluso afirmar que cualquier tipo de clonación es «reproductiva» en su primera fase, porque debe producir, a través del proceso de clonación, un nuevo organismo individual y autónomo, dotado de una identidad única y específica, antes de intentar cualquier otra operación con ese embrión.

8. La «clonación terapéutica» no es éticamente neutral. Es más, desde el punto de vista ético sería incluso peor que la «clonación reproductiva». En la «clonación reproductiva» al menos se da al nuevo ser humano producido, inocente respecto a sus propios orígenes, la posibilidad de desarrollarse y nacer. En la clonación «terapéutica» se usa al nuevo ser humano simplemente como material de laboratorio. Tal utilización instrumental de un ser humano ofende gravemente la dignidad humana y toda la humanidad. El término «dignidad», como es empleado en este documento y en la Carta de las Naciones Unidas, no se refiere a un elemento de valía fundado en las capacidades del individuo y en el valor que otros puedan atribuirle –un valor que se podría llamar «dignidad atribuida».

La noción de dignidad atribuida permite juicios jerárquicos, desiguales, arbitrarios e incluso discriminatorios. La dignidad es utilizada aquí para significar el valor intrínseco que es común e igualmente compartido por todos los seres humanos, cualesquiera que sean sus condiciones sociales, intelectuales o físicas. Es esta dignidad la que nos obliga a todos nosotros a respetar a todo ser humano, cualquiera que sea su condición, más aún si él o ella tiene necesidad de protección y cuidado. La dignidad es la base de todos los derechos humanos. Nos sentimos obligados a respetar los derechos de los otros porque primero reconocemos su dignidad.

9. La honradez sugiere que si una línea específica de investigación ya ha demostrado las condiciones de éxito y no plantea cuestiones éticas, ésta debería seguirse antes de embarcarse en otra que ha mostrado escasas perspectivas de éxito y suscita preocupaciones éticas. Los recursos en la investigación biológica son limitados. La «clonación terapéutica» es una teoría no probada que podría resultar una dramática pérdida de tiempo y dinero. El buen sentido y la necesidad de una investigación seria y orientada al objetivo, llama a la comunidad biomédica mundial a destinar los fondos necesarios a la investigación que utiliza células estaminales «adultas».

10. El mundo no puede emprender dos caminos distintos: el de los que están dispuestos a sacrificar o comercializar seres humanos en beneficio de unos pocos privilegiados y el de aquellos que no pueden aceptar este abuso. Por su propio bien, la humanidad necesita una base –una comprensión común de la humanidad y una comprensión común de las bases fundamentales de las que dependen todas nuestras ideas acerca de los derechos humanos. Compete a las Naciones Unidas llevar a cabo todo esfuerzo necesario en la búsqueda de esta base, para que los seres humanos sean respetados por lo que son. Llevar adelante el proyecto de una prohibición internacional y global de la clonación humana forma parte de esta misión y deber de la ONU.

Desde el Vaticano, 27 de septiembre de 2004

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