Adicciones: Artículos de prensa para pensar y discutir

Alcohol y las drogas

Son menores de 20 años los que se emborrachan los fines de semana y fuman marihuana para divertirse. Son los candidatos a caer en la dependencia.

El perfil se repite cada vez más en las consultas de siquiatras y centros médicos. Son lo que se llama un grupo emergente, no de una nueva moda o música, sino de quienes están más expuestos a terminar cayendo en una adicción a las drogas o al alcohol.

En este momento, un 30 o 40% de quienes llegan a diagnosticarse acá son jóvenes menores de 20. Esto ha aumentado progresivamente, señala el siquiatra Raúl Schilkrut, del instituto que lleva su nombre.

El especialista cuenta una historia reciente que le parece paradigmática: un paciente fue llevado al centro Doctor Schilkrut por sus padres porque notaron que, por regla general, los viernes llegaba pasado a alcohol. El joven todavía es buen alumno y tiene una buena relación con sus padres. Está en fase de abuso, aunque no todavía de dependencia, explica.

Esa misma realidad observa Rodrigo Santis, jefe de la unidad de adicciones de la Universidad Católica. Hay cambios que están ocurriendo en segmentos específicos de la población, pero no es para decir que hay un cambio del perfil del adicto en Chile, aclara el médico.

Según su experiencia, existe un patrón de comportamiento de este grupo emergente: Son adolescentes o adultos jóvenes que están teniendo un consumo masivo de alcohol, con un perfil de embriaguez frecuente. Generalmente toman en grupo, ligado al carrete y durante el fin de semana. Ahí, por supuesto, hay conductas de riesgo de todo tipo.

Y siguen una rutina: generalmente se juntan en la casa de alguien o en la plaza para tomar algo; ya entonados se van a la discoteca, donde siguen bebiendo, y luego terminan consumiendo en otro lugar.

Cosas de personalidad

¿Por qué quienes tienen factores de protección, como la familia y los estudios, ingresan a este circuito? Según los especialistas existen tres factores ligados: la personalidad del joven, el tipo de sustancia y las circunstancias en las que se utilizan.

Hay entre un 10 y un 20% de quienes prueban alcohol o drogas cuyo efecto de placer es superior que el promedio. Cuando te cuentan su primera vez dicen que están como enamorados, cuenta el doctor Schilkrut. A juicio del médico, las personalidades a las que les gusta el riesgo o, al revés, quienes son socialmente muy tímidos, son más susceptibles de caer en el abuso.

El ambiente en donde se inicia el contacto con el alcohol o las drogas también cumple su parte. No es lo mismo si probaste el alcohol en familia o si lo hiciste en una discoteca, con la música a todo volumen, o en una casa en donde hay una euforia colectiva. Lo común es que se siga consumiendo en esas condiciones iniciales, agrega el doctor Schilkrut.

De acuerdo al estudio de Conace en población escolar del 2001, quien bebe alcohol tiene 17 veces más probabilidades de fumar marihuana en comparación con quien no toma, con un 1,9. Esto, sin contar que tanto la oferta de pubs y discotecas como la de drogas es mucho más amplia que hace 30 años, y la cocaína no es ajena a este circuito.

Un ingreso temprano al carrete con alcohol y drogas – de acuerdo a la encuesta Conace, a los 12 o 13 años para ambos sexos- ayuda a cerrar el círculo. Recién a los 18 años se termina de estructurar el área prefrontal del sistema nervioso central, que es donde está el control de los impulsos. Entonces, los chiquillos que comienzan en la preadolescencia no saben parar cuando beben o fuman, explica el doctor Schilkrut.

Tampoco se salva la familia. Los especialistas coinciden en que no sólo aquellas disfuncionales son cuna de posibles adicciones. Tenemos un alto porcentaje que tiene una estructura y funcionamiento muy parecido a las que no tienen casos de abuso o dependencia. A veces, esas familias tienen problemas que no son vistos como tales; por ejemplo, se muere un pariente cercano en un momento crítico del desarrollo del niño y éste termina buscando consuelo en los amigos, agrega el siquiatra.

El riesgo que nadie ve

A pesar del diagnóstico, los especialistas son enfáticos en señalar que este grupo no es todavía ni alcohólico ni drogadicto, sino que está en la etapa temprana de abuso o de un consumo que podría volverse, a futuro, problemático.

Por eso la prevención y tratamiento son importantes. Con los consumidores ocasionales tenemos tres objetivos. El primero e ideal es que lo dejen, pero existen otros dos de tipo parcial: evitar que se vuelvan consumidores problemáticos y lograr que no tengan problemas mientras están consumiendo, porque este grupo sufre más accidentes, intoxicaciones, se violentan más que los que no consumen y eso está probado, señala el jefe de rehabilitación del Conace, Mariano Montenegro.

Esta oficina gubernamental también está preparando un programa de prevención secundaria para tratar estos casos. La apuesta es resaltar el riesgo que supone consumir de vez en cuando, porque se está en un grupo potencialmente más riesgoso, señala el especialista.

El Mercurio, Chile

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