Adicciones: Argumentos de fondo

Las adicciones y la agresividad crecen entre los adolescentes

El informe anual realizado por la ONG Proyecto Hombre (PH) alerta sobre el aumento de jóvenes que empiezan a consumir habitualmente cocaína.

Según esta organización no gubernamental, que trabaja desde hace 20 años con drogadictos, los consumidores de esta droga cada vez son más jóvenes, situándose actualmente la edad media en los 17 años. A partir de los datos recogidos durante el 2003, en base a su experiencia en los tratamientos de desintoxicación con jóvenes adictos, PH califica como alarmante la situación, sobre todo en el caso de las mujeres, que empiezan a “coquetear” con la cocaína, los alucinógenos y el cannabis en torno a los 16 años. Los expertos en buscar las causas de estas adicciones y del considerable aumento de agresividad entre los adolescentes, desde un punto de vista integral del individuo, consideran que el problema radica básicamente en la persona y no en la droga. Más que una rehabilitación para abandonar el consumo, este tipo de especialistas recomiendan una rehumanización que transforme las conductas personales que provocan la dependencia de las drogas.

El informe de Proyecto Hombre, realizado sobre el trabajo con 231 usuarios de heroína y 160 de cocaína, indica que el número de consumidores habituales de esta última es de un 60 por ciento, frente a un 40 por ciento de heroinómanos, y la tendencia es que los adictos a la cocaína vayan en aumento. Tanto es así, que el estudio prevé que en un futuro próximo, con respecto a la cocaína, se dé un fenómeno parecido al que ocurrió en los 80 con la heroína: la sociedad se hizo consciente del tremendo problema que suponía cuando los heroinómanos empezaron a delinquir de forma habitual. El perfil del cocainómano que describe el informe de PH es el de un hombre (89 por ciento) de 30 años de media, que se ha iniciado a los 21 años, con estudios superiores en un 24 por ciento, que trabaja a tiempo completo y que gasta una media mensual de 1.271 euros. Además, la mayoría de los adictos a la cocaína son politoxicómanos, ya que el 55 por ciento toma más de una sustancia al día. De éstos, un 94 por ciento consume también alcohol, en el que se inició a partir de los 15 años; un 31 por ciento toma anfetaminas desde los 18 años; un 72 por ciento consume cannabis desde los 16; un 16 por ciento toma heroína desde los 20 años y un 6 por ciento comparte la cocaína con los alucinógenos, en los que se inició a los 19 años. Además, todo adicto a la cocaína suele ser también fumador habitual.

Drogas y alcohol, al alcance de cualquiera

Que el consumo de alcohol en España está al alcance de cualquier menor no es ninguna novedad. Nuestra propia cultura ha normalizado a lo largo del tiempo el hecho de que los adolescentes se inicien en el consumo de esta droga, no considerada como tal por la mayor parte de la sociedad, desde edades bien tempranas incluso en el seno de muchas familias. Actualmente, lo difícil es encontrar un joven que no haya participado de la llamada cultura del "botellón". Sin embargo, la situación geográfica y la excesiva tolerancia y permisividad por parte de las administraciones y, también, por parte del conjunto de la sociedad, han facilitado el cómodo acceso de los adolescentes a todo tipo de drogas.

Un informe realizado por la Comisión Europea a finales del 2002 ya situaba a España en primera línea del ranking de consumo de drogas entre los jóvenes, y la tendencia es a aumentar. Según el estudio Las actitudes y opiniones de los jóvenes de la Unión Europea con respecto a las drogas, España era entonces el segundo país, después de Francia, donde los jóvenes consumen más cannabis. Según ese estudio, el 71 por ciento de los adolescentes encuestados aseguraba disponer de un fácil acceso a las drogas en el mismo entorno donde residía y un 66 por ciento en los alrededores del centro escolar en el que estaba estudiando. Un 90 por ciento afirmaba que es muy sencillo conseguir todo tipo de drogas en fiestas y discotecas.

El incremento de muertes en España en los 2 últimos años, por sobredosis de éxtasis y otras drogas excitantes mezcladas con alcohol, pone de relieve el alarmante problema al que se enfrenta la sociedad española. A estos datos, hay que añadir el bajo rendimiento escolar que, en demasiados casos, acusa un elevado porcentaje de adolescentes. España es, también, el segundo país de la Unión Europea con mayor fracaso escolar, sólo superado por Portugal. Somos, pues, los segundos en Europa en consumo de drogas y alcohol, así como en fracaso escolar, dos datos estadísticos preocupantes que no son mera coincidencia.

Agresividad a flor de piel

Una de las consecuencias lógicas del aumento del consumo de drogas y alcohol, entre los más jóvenes, es el incremento de la agresividad. La desmedida euforia, excitación, descontrol e incluso irritabilidad que pueden provocar, por ejemplo, el consumo de cocaína y alcohol se ven reflejados en muchos de los casos que las autoridades detectan en el anormal comportamiento de los adolescentes. La propagación de comportamientos violentos entre los más jóvenes está encendiendo las alarmas en España y, en muchas ocasiones, van asociados al consumo de estas sustancias. En cualquier caso, sólo con observar algunos de los recientes titulares de la prensa con respecto al comportamiento de los niños y adolescentes es suficiente para que nos demos cuenta de que “algo” no va bien: Tres niños de 12 años violan a otro de 4 en un pueblo de Huelva; Menor, asesino y violador ante el Juzgado de Menores de Alicante; Un joven mata a su novia de 15 años al golpearla brutalmente durante tres días; Mata a su madre y hiere a su padre y a su hermana tras consumir “crack”; Un joven mata a su madre y después se suicida; La policía se enfrenta a un nuevo fenómeno de violencia urbana protagonizada por jóvenes; La cifra de toxicómanos menores de 15 años se duplica en 12 meses. Y la lista de titulares se podría hacer más extensa.

Con una bomba al volante

Otro de los fenómenos que, en muchos casos, se deriva del consumo de drogas y alcohol es el incremento de muertes de jóvenes en accidentes de coche. El pasado 12 de julio, el director de Tráfico, Pere Navarro, informaba del trágico balance de víctimas mortales por accidente de automóvil en el anterior fin de semana: 38 muertos en las carreteras españolas, 21 de los cuales eran menores de 30 años. En el mismo comunicado, Navarro pedía a los jóvenes que evitaran recurrir al explosivo cóctel causante de las trágicas cifras, una auténtica bomba al volante: “un fin de semana de julio, el alcohol, el cansancio, las altas horas de la madrugada y esas carreteras secundarias”. A estas causas, probablemente, cabría añadir el consumo en más de un caso de sustancias estupefacientes. Las estadísticas de la Dirección General de Tráfico ponen el dedo en la llaga: en España, durante 2002, el tráfico se cobró 3.267 vidas. De éstas, 1.172 víctimas tenían entre 15 y 29 años, un 35,9 por ciento del total. En el caso de Cataluña, de los 685 fallecidos en accidentes de tráfico, 244 tenían también esa edad, un 35,6 por ciento. Según los expertos, los fines de semana y en especial por las noches tienden a registrar el mayor número de accidentes.

La opinión del experto

A pesar de las múltiples campañas institucionales emprendidas para erradicar todos y cada uno de los problemas enumerados, en cuanto al comportamiento de los jóvenes, lo que ocurre en la calle nos viene a demostrar que no consiguen obtener los resultados esperados. Las administraciones se empeñan en intentar atajar los problemas con campañas que van al hecho concreto y que aportan soluciones fáciles y en consonancia con los tiempos que corren. Un ejemplo lo tenemos en las campañas de preservativos en las escuelas para prevenir posibles contagios de enfermedades sexuales y embarazos. Los hechos demuestran que, no sólo no han conseguido mejorar la situación, sino que el número de embarazos y abortos entre adolescentes ha aumentado en los últimos años considerablemente.

Sin embargo, expertos en contemplar los problemas de los jóvenes desde un punto de vista integral de la persona opinan que, en el caso de las adicciones, el problema no está única y exclusivamente en la droga y en cómo erradicar la adicción partiendo de esa premisa, sino que la raíz del fenómeno se encuentra en la persona y es partiendo de esta perspectiva que se debe confrontar la cuestión. José Luis Cañas Fernández, profesor de Hermenéutica y Filosofía de la Historia en la Universidad Complutense de Madrid, investiga las adicciones desde 1993 y es autor del manual Antropología de las adicciones, una referencia muy útil para grupos como la Asociación Proyecto Hombre a la que nos referíamos en el inicio de este artículo. En unas declaraciones a ACEPRENSA, Cañas explica que, en lugar de recurrir a la rehabilitación, lo correcto es procurar una rehumanización, dirigida más a “transformar las conductas personales que provocaron la esclavitud a las drogas”. En su opinión, “los centros universitarios de drogodependencias y los institutos de formación sobre drogas deberían dar una sólida formación humanista que consiga cambios duraderos en las personas adictas”. Según el profesor universitario, el discurso sigue ciñéndose a las toxicomanías, como si fueran el único problema… pero si la lucha contra la droga tiene poco éxito es porque no se abordan los factores existenciales de las personas”. Y, continúa: “Si desde el primer momento entendemos que la conducta adictiva es el síntoma de un profundo vacío existencial previo, la prioridad es la persona y su rehumanización, no las adicciones y las drogas”. Con respecto al vacío existencial de muchos jóvenes, José Luis Cañas opina que “el vacío lleva a la opción adictiva, y al revés. La persona que busca el placer por el placer, vive de forma acrítica, sin creencias ni compromisos, sin horizonte vital, sin un proyecto más allá de lo inmediato, acaba por sentir que ella misma se ha perdido. Eso es el vacío. Sin embargo, no se responsabiliza de sus errores. Mientras no encuentre la raíz de su vacío, no podrá rehumanizarse”.

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