VERGONZOSO

Hace cuatro años el mundo se frotaba las manos con un bocado exquisito para la Gran Final del torneo en Alemania. Francia e Italia se jugaban en esa instancia la supremacía e independientemente de los méritos para estar ahí, el caso es que el campeón saldría del estadio de Berlín con la copa esa misma noche.

Francia, de la mano del astro Zinedine Zidane se había instalado en el partido grande luego de eliminar, con mucha autoridad, a Brasil y España, mientras que la “Squadra Azzurra”, fiel a su estilo, fue creciendo de a poco y con mucha tacañería, alcanzó el objetivo de jugar la final.

Todos recordamos el penoso incidente donde “Zizou”, perdiendo absurdamente los bártulos, propinó un cabezazo a Materazzi y de esa manera, traicionó a sus compañeros dejándolos en inferioridad numérica. El desenlace es perfectamente conocido y Fabio Cannavaro levantó el trofeo que los acreditaba como el mejor equipo del orbe.

En la presente edición del Mundial, la decepción más grande se llama Francia pero el equipo italiano se suma muy de cerca, ya que regresa a casa sin haber logrado una sola victoria, exhibiendo una pobreza futbolística sin parangón en su historia.

Porque una cosa es jugar al fútbol con la vocación de defender ante todo, lo cual los “Azzurri” han elevado al rango de arte y otra renunciar a tener la pelota, corretear al rival sin ton ni son, abstenerse de generar oportunidades de gol y terminar siendo superado incluso en el terreno físico.

Italia pierde cualquier oportunidad de calificar cuando no puede doblegar a Nueva Zelanda. La soberbia mató a los pupilos de Marcelo Lippi quienes pensaron que con la sola camiseta, de hermoso diseño por cierto, iban a arrasar al débil cuadro de Oceanía.

¡Pero cuán equivocados estaban! Los “White´s” salieron a incomodar al rival cerrando los espacios y los delanteros italianos jamás pudieron descifrar el jeroglífico, sellando ese empate que muy caro les costaría.

Además, no entendieron la lección y ante Eslovaquia, se pusieron a jugar en serio faltando más o menos diez minutos y así, no solo es complicado sino inmerecido calificar.

El Rey deja el trono vacío y ahora vamos a ver quién se apunta para sucederlo pero estaremos de acuerdo en que hasta para perder hay formas y este equipo será recordado por su falta de compromiso y ausencia de carácter.

La prematura eliminación del campeón deja abierta la puerta para que su árbitro, Roberto Rosetti, se convierta desde ahora en un serio aspirante para la Gran Final. Por ahora, dirigirá el Argentina-México.

El gran maestro de la crónica deportiva, Don Fernando Marcos, solía decir en estos casos: “El Rey ha muerto, viva el Rey”.

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