EL BARRIO BRAVO

El Mundial ha entrado en un período de descanso y los equipos que han quedado eliminados, toman el camino de casa y los que siguen con vida en el evento, velan armas para las batallas que tienen por librar.

Estos días permiten la búsqueda de un relax y se busca el ocio, darle duro al “shopping” o como un servidor, intentar conocer un poco más de este maravilloso país.

Aproveché el día para visitar el barrio de Soweto, uno de los lugares más emblemáticos en la historia de Sudáfrica. Este lugar se inició entre las dos Guerras Mundiales como albergue para la población de raza negra que se incorporaba al trabajo industrial en Johannesburgo.

En el inhumano régimen del “Apartheid”, una minoría de raza blanca tenía sometida a una abrumadora mayoría de casi el 90 % de negros y la brutalidad era aun mayor que ese racismo insultante y el crecimiento del barrio era directamente proporcional al rencor que se incubaba en toda la nación.

En 1967, el gobierno sudafricano promovió una reforma donde se pretendía que los blancos, quienes descendían de la migración holandesa, alemana e inglesa, impusieran su idioma a todos los pobladores y de esa manera el “afrikans” se enseñara en las escuelas, cuando el inglés era la lengua de uso cotidiano.

La inconformidad y la tensión crecieron hasta el grado de la insurrección y el foco rojo se situó en el barrio bravo de Soweto, donde la policía se presentó e irrumpiendo violentamente, asesinó a casi 600 moradores del lugar.

Esta represión, en lugar de apaciguar los ánimos pareció incendiarlos y la palabra Soweto se convirtió en sinónimo de rebelión no solo en Sudáfrica sino en toda el África negra.

El ícono de esos pobladores es el Obispo Desmond Tutu quién desde el púlpito y hasta la fecha, ha denunciado los abusos que se cometían en esa época y hasta la fecha, con el advenimiento del gobierno democrático, sigue siendo un rígido censor y un apóstol de la causa de la no discriminación.

Las revueltas se volvieron moneda de curso común hasta desembocar en la liberación de Nelson Mandela y su posterior ascenso al poder en 1994, sin embargo, la gente que ahí mora es encantadora y sabe reír y gozar de la vida pese a vivir en un entorno sumamente hostil.

Ahora entiendo cuando Alberto Lati, el incansable peregrino reportero de Televisa me decía que esta era una tierra maravillosa. Pese a sus muchas carencias, miseria, desempleo y problemas de salubridad, estas personas tienen esperanzas y se renuevan en la fe de un mañana mejor cada día.

Quizá la FIFA se equivocó al escoger un lugar tan lejano para la realización de la Copa del Mundo pero Dios acertó al colocar a esos hermosos seres humanos en Soweto.

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