El comienzo de la vida humana

La respuesta a la pregunta ¿Cuándo comienza la vida humana? sólo la puede responder la ciencia biológica, la cual tiene una respuesta precisa y bien fundamentada: al completarse la fecundación.

Con la fusión de una célula germinal paterna, con una célula germinal materna, se inicia el proceso constituyente de un nuevo individuo: El cigoto.

El significado biológico de la fecundación es la constitución de un nuevo patrimonio genético que de origen a un ser vivo; que en los seres humanos, no es simple reproducción porque junto a la generación de los padres existe una acción creadora de Dios que confiere la condición humana. Es decir, que se construye un cuerpo de una persona humana (cuerpo y alma), única e irrepetible, querida por Dios, desde el momento de su concepción hasta su muerte y durante el transcurso de su biografía, sin importar el momento que este viviendo y las condiciones de su biología.

La persona humana se entrega al otro, diferente en su sexualidad, en forma personal y por amor, reconociendo en el otro y en si mismo una ayuda propia a su dignidad, y descubre la maravilla de la procreación humana como don de Dios a través de su entendimiento: Desde el momento de la concepción la persona humana existe con toda la información necesaria para su desarrollo en su información genética, sin que haga falta añadir nada; información que permanecerá en todas sus células hasta el día que muera. Es decir, ya es lo que será.

La fecundación es el momento en que el espermatozoide del varón se fusiona con el ovulo de la mujer, células germinales (gametos) que poseen la mitad de la información genética (células haploides) necesaria para construir un mensaje genético completo y nuevo (característico de todas las células somáticas –diploides-), que forma el cigoto o embrión unicelular, que inicia una nueva vida personal, autosuficiente e independiente, aunque requiera de ciertas circunstancias para sobrevivir, como todos las necesitamos en cada momento de nuestro desarrollo.

La dotación genética de los seres humanos es de 46 cromosomas, de los cuales uno determina el sexo, con esta dotación genética o forma comienza un proceso sostenido, ordenado, autorregulado, unitivo, dinámico, diferenciado, coordinado, adaptable y continuo, de desarrollo preprogramado por Dios en el genoma humano, desde la concepción hasta la muerte, que no se agota en la configuración de la materia, ya que es capaz de operatividad y de autoconstrucción.

El cigoto es un ser humano con el programa activado para llegar a construirse en un organismo adulto. El engendrar de los padres, o la fecundación artificial, iniciada con el mutuo reconocimiento y la mutua activación de los gametos paterno y materno, maduros y en el medio adecuado, acaba tras un delicado proceso, en la formación de una célula con un fenotipo característico, el cigoto, o individuo que inicia su ciclo vital, dotado de una organización celular que lo constituye en una realidad propia y diferente de la realidad de los gametos, o materiales biológicos de partida; es un viviente y no simplemente una célula viva.

Durante las horas siguientes, el material genético y la membrana celular se preparan mediante fusión de fragmentos de diferentes tipos de membranas del espermio y del ovulo para producir la mebrana del cigoto modificando su estructura y su composición quimica; los componentes intracelulares se reorganizan formando una estructura polar que posee los ejes que establecerán la estructura corporal: ejes cabeza-cola y dorso-ventral.

El proceso de constitución del cigoto se regula a nivel molecular por el incremento en los niveles de calcio intracelular cerca del sitio donde se ha producido la fusión del espermatozoide, lo que induce a una serie de cambios coordinados armónicamente en el espacio y en el tiempo. El proceso constituyente de un nuevo individuo conlleva: El establecimiento de polarización y asimetria en el cigoto, cambios en la dotación genética recibida y el oocito, que se encontraba detenido en metafase de la segunda división meiótica antes de la fecundación, completa la meiosis después de la fusión con el espermatozoide y elimina el segundo corpúsculo polar; y se induce la formación de los microfilamentos que partiendo del pronúcleo paterno atraen al pronúcleo materno permitiendo el acercamiento y traslado de ambos al centro de la célula, donde establecen el huso mitótico y se produce la división que da origen a la organización de la siguiente etapa: Embrión de dos células. Los dos pronúcleos son ya el núcleo que porta el patrimonio genético del hijo, dando fin a la fecundación y comienzo al desarrollo embrionario. Es ya hombre desde el principio porque, lo que lo define no es su morfología o las funciones que es capaz de realizar, sino su constitución como individuo reflejada en el nuevo genoma cuya información comienza a emitirse en el entorno propio: Célula totipotente.

La esencia humana no se identifica sólo con el genoma recibido de los padres, sino también con su ser personal recibido por Dios, que crece como persona humana por los hábitos intelectuales y las virtudes morales, por lo tanto, la persona humana, no se reduce a vida sino que es “el que vive”.

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