Hágase tu voluntad: José es vendido por sus hermanos

Jacob tuvo doce hijos. Líos dos menores fueron José y Benjamín. Su padre los quería entrañablemente. José era bueno y recto, pero sus hermanos le tenían envidia.

Un día José fue al campo en busca de sus hermanos. Estos, al verle, concertaron matarle. Rubén les dijo: «Matarle, no. No vertáis su sangre; arrojadle a ese pozo que hay en el desierto». Rubén quería luego sacarlo del pozo y llevarlo a casa. Cuando José llegó donde sus hermanos, lo cogieron, le quitaron la túnica y lo arrojaron a un pozo sin agua.

Pero viendo venir a unos mercaderes con sus camellos, acordaran vender a José, su hermano. Lo sacaron del pozo y por veinte monedas de plata lo entregaron a los mercaderes que lo llevaron a Egipto.

Dios va a permitir que José sufra una serie de grandes tribulaciones para bien del joven hebreo y bien de los demás. Cuando llegaron a casa todos los hermanos, engañaron a Jacob diciendo que habían encontrado la túnica de José manchada de sangre. Jacob, llorando, dijo: «Una fiera lo ha devorado».

En Egipto, José fue vendido a Putifar, ministro del Faraón. Pero estando en casa de éste, la mujer de Putifar levantó a José una horrible calumnia y fue a parar injustamente a la cárcel. A pesar de esto, José no se rebeló, sino que permaneció fiel a Dios.

Estaban en la cárcel con él el copero y el panadero del rey. Ellos tuvieron un sueño la misma noche. Ellos se lo contaron a José, y éste dijo al copero: "Dentro de tres días estarás de copero con el rey. Entonces acuérdate de mí". Al panadero de dijo: «Dentro de tres días te quitará el Faraón la cabeza y te colgará de un árbol y comerán las aves tus carnes». A los tres días el copero estaba de servicio con el rey. Y el panadero fue colgado de un árbol. José tuvo que permanecer dos años más en la cárcel.

Soñó por entonces el Faraón que estaba a la orilla del río y vio siete vacas hermosas y gordas y luego otras siete vacas flacas y que éstas se comían a las gordas. Entonces, el Faraón se despertó. Volvió a dormirse y soñó que siete espigas buenas y hermosas eran devoradas por otras siete espigas flacas.

Mandó el Faraón venir a todos los adivinos, pero no sabían interpretar el sueño. Entonces el jefe de los coperos le dijo al Faraón que había en la cárcel un joven hebreo que les había aclarado unos sueños que él y el panadero habían tenido. El Faraón ordenó llamar a José. Lo sacaron de la prisión, lo llevaron a la presencia del rey y éste le contó los sueños que había tenido. José interpretó los sueños y le dijo que iban a venir siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto y luego vendrían otros siete años de escasez. Aconsejó al rey tomara un hombre que recogiera el quinto de las cosechas y las guardara para comerlas en los siete años de escasez. El Faraón, nombró a José gobernador de todas las tierras de Egipto y además su primer ministro. Se quitó el anillo de su mano y lo puso en la mano de José. Le vistió de blancas vestiduras y puso en su cuello un collar de oro. Luego le dio por esposa a Asenet. José entonces tenía treinta años.

Más tarde, en los años de escasez vinieron sus hermanos por trigo a Egipto, pero no le reconocieron. Después de varios acontecimientos, José se dio a conocer a sus hermanos. Ellos se llenaron de terror, pues habían obrado mal con él. Pero José les perdonó, pues tenía un corazón noble.

Explicación Doctrinal:

En el Padrenuestro rezamos: «Hágase Tu Voluntad». Quiere decir que hagamos la Voluntad de Dios en todos los acontecimientos de la vida, buenos y malos. Las guerras, el hambre, los sufrimientos, etc., Dios los permite en sus inescrutables designios.

Dios obra a veces de forma Incomprensible para nosotros. Pero debemos aceptar con humildad la cruz que Dios nos envía y meditar lo que nos dice Cristo: «Si alguno quiere venir en pos de MI, niéguese a si mismo, tome cada día su cruz y sígame». (Lucas, 9.)

Pero también es verdad que ante el dolor hemos de poner serenamente, y con la ayuda de Dios, los medios humanos para remediarlo. Jesús nos anima acudir a El en busca de su ayuda: «Venid a Mi todos los que están fatigados y cargados, que yo os aliviaré». (Mateo, l1.)

El dolor posee un bien para nosotros que sólo Dios lo ve. El dolor es permitido por un Dios de Infinito Amor, luego es bueno cuando El lo permite.

Pidamos a Dios valentía para llevar la cruz que El nos envía.

El dolor, además nos purifica de nuestros pecados, nos recuerda que tenemos un Cielo que conquistar, nos hace elevar el corazón a Dios nuestro Padre en demanda de socorro y vemos mejor nuestra pequeñez.

Norma de Conducta:

Ante el dolor que Dios nos envíe, diré «hágase Tu Voluntad,, y trabajaré serenamente para remediarlo.

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4 comentarios

  1. HOLA LA HISTORIA STA MUY HERMOSA SOLO FALTA AÑADIRLO EL VIDEO ASI STARA COMPLETA PARA Q TODOS LO PODAMOS VER PORQ AHORA YA NO LO PASAN EN LOS CANALES DE TV POR FIESTAS DE LA APSCUA ME DESPIDO Y ESPERO Q PRONTO PUEDAN PONE R EL VIDEO

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