La Comunión: Los Corporales de Daroca

Por Gabriel Marañon Baigorrí

Durante la reconquista de España contra los musulmanes aconteció en el Reino de Valencia, y hacia el año 1239, que un gran ejército de moros vino a la conquista de un castillo defendido por huestes cristianas de Calatayud, Teruel y Daroca. Sólo un milagro y el favor de Dios harían que los cristianos triunfaran del numeroso ejército musulmán.

Los seis capitanes que mandaban el pequeño ejército cristiano determinaron pedir ayuda a Dios, confesando y comulgando y asistiendo al santo Sacrificio de la Misa. No podían hacerlo todos, pues había que vigilar la llegada del enemigo, que estaba muy cerca, y además había muy pocos sacerdotes. Estando los cristianos oyendo la santa Misa y consagradas seis formas, los moros atacaron al ejército cristiano. No les dio tiempo de comulgar. El sacerdote, ante lo inminente de la batalla, envolvió las seis sagradas formas en los corporales y los escondió debajo de unas piedras.

Oyendo Dios las súplicas de los cristianos y viendo la confianza que habían puesto en El, acudió en su socorro Y los cristianos derrotaron a los musulmanes. Llenos de gratitud a Dios por el triunfo obtenido, quisieron comulgar. El sacerdote se dirigió al lugar en donde había escondido los corporales. Al desdoblarlos sobre el altar halló las sagradas formas teñidas de sangre y pegadas a los corporales Todos quedaron sobrecogidos de emoción ante aquel prodigio. En aquel instante volvieron los moros. El sacerdote, subido a un alto, mostraba los corporales ensangrentados a la vista del ejército cristiano, con el fin de animarlos. Grande fue otra vez la victoria de los cristianos.

 

Acabada la batalla, comenzaron a disputar sobre qué región se guardaría los corporales. Varias ciudades de Aragón los reclamaban. Echaron tres veces a suertes y las tres recayó en Daroca. Pero no quedaron satisfechos y tomaron otro acuerdo. Buscaron una mula que no había caminado nunca por tierras cristianas, pusieron encima de ella un cofre que guardaba los santos corporales y los dejaron ir por donde ella quisiera, y el lugar donde parase, aquel sería el sitio escogido para su depósito.

 

La mula iba delante y detrás los sacerdotes con cirios encendidos y tras ellos las gentes de guerra. De las villas y pueblos salían el clero acompañado del pueblo, que ofrecían a la mula alimentos para que parase y fuera en aquel lugar donde se guardaran los corporales. Mas la mula nunca se paró. Al llenar a Daroca entró en la ciudad y se encaminó a la Iglesia. Y acaeció otra maravilla. Estando dentro del templo la mula hincó las rodillas y expiró a la vista de todos. De esta manera quedaron los corporales para siempre en la ciudad de Daroca.

Dios premió con este maravilloso milagro a aquellos capitanes cristianos y valientes que quisieron comulgar antes de la batalla pidiendo favor y socorro a Dios en trance tan apurado.

 

Siete siglos han transcurrido desde este maravilloso milagro y las seis formas, que permanecen pegadas a los corporales, pueden verse aún en el altar gótico de la colegiata de Daroca.

 

Explicación Doctrinal:

 

Jesús, la noche antes de su pasión, estando cenando con sus apóstoles, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y dándoselos dijo: "Tomad y comed, este es mi cuerpo". Y tomando un cáliz y dando gracias se los dio, diciendo, "Bebed de él todos, que esta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por muchos para la remisión de los pecados". (Mateo, 26.) Con estas sencillas palabras de Jesús, el pan y el vino quedaron convertidos en el cuerpo y sangre de Jesucristo.

Jesucristo, por ser Dios, posee un poder infinito y, por tanto, puede convertir el pan y el vino en su cuerpo y sangre.

Una persona puede ser vista y oída por millones de personas por medio de la televisión. Si el hombre puede hacer eso con su inteligencia, más podrá hacer Dios, que es infinitamente poderoso y, por tanto, puede estar presente en millones de sagradas formas.

 

Jesucristo quiere venir a nuestras almas para derramar en ellas los tesoros infinitos de su amor. En la Comunión debemos pedir a Jesús toda clase de bienes para nosotros, nuestros familiares, amigos y enemigos.

 

Norma de Conducta:

 

Recibamos a Jesús en la Eucaristía para que nos inunde con su Amor.
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