El décimo mandamiento de la Ley de Dios es: «No codiciar los bienes ajenos». Significa este mandamiento que no tengamos codicia y envidia de los bienes de los demás.
Por Gabriel Marañon Baigorrí
Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia, nació en Castilla, en Villanueva de los Infantes, el año 1488. Era muy limosnero. Socorría con abundancia a los pobres y necesitados, llegando algunos días a dar de comer cocido, pan y vino a quinientos pobres, añadiendo además su correspondiente limosna en dinero. A veces, tenía una forma original de hacer la caridad con los pobres. Algunas de sus limosnas a los necesitados se acrecentaban y rendían beneficio. Veamos cómo.
A una pobre mujer que vivía en Valencia, viuda y con muchos hijos y sin ningún amparo, el santo arzobispo la socorría con cierta frecuencia, pero aquella cantidad no la sacaba de apuros. Santo Tomás reflexionaba cómo darle un trabajo lucrativo. Pues decía: «La limosna no sólo es dar, sino sacar de la necesidad al que la padece y librarla de ella cuando fuere posible.» Encomendó a Dios la triste situación de la pobre viuda. Y un día la llamó al palacio arzobispal y le preguntó: «Hermana, yo siento mucho la necesidad y el trabajo que padecéis con tantos hijos pequeños y quería saber de vos si sabéis algún oficio con que podáis ganar algo.» Contestó la buena mujer que sabía hacer sémola y farro y otras cosas semejantes. (La sémola es pasta de harina para sopa y farro cebada medio molida.) El santo arzobispo ordenó que al punto comprasen todo lo necesario para ejercer aquel oficio. Se compró un molinillo, arcas y mesas necesarias para el trabajo, incluso un borriquillo para llevar las mercancías. Con aquel pequeño negocio y la limosna de cada mes remedió la pobre viuda su necesidad y pudo criar bien a sus hijos.
Tuvo otra vez Santo Tomás de Villanueva que proteger a una joven pobre que deseaba casarse con un obrero carpintero y no tenían dinero Para poner la casa. Necesitaban una modesta cantidad para comprar muebles y otros enseres. El santo arzobispo le ofreció generosamente dicha cantidad, pero enterado el santo que el novio era carpintero, llamó a su tesorero, y le dijo: «Dale cierta cantidad para que con lo que ha pedido pongan casa y con lo que le añadimos compre madera y trabaje.»
Entregaron es dinero a la pareja de novios. Contrajeron éstos matrimonio. Y Dios les bendijo, pues con el tiempo llegaron a tener casa y buena hacienda.
Santo Tomás de Villanueva, arzobispo de Valencia, no deseaba tener riquezas para si; daba las que tenían y las hacía fructificar.
Explicación Doctrinal:
Por eso Jesucristo nos advierte: «Mirad, guardaos de toda avaricia, porque, aunque se tenga mucho, no está la vida en la hacienda. Por tanto, hemos de guardarnos del egoísmo y de la avaricia que causa tantos males en la sociedad y en las familias.
Es lícito y bueno tener deseos de poseer riquezas obtenidas por medio del trabajo honrado, con el fin de hacer un bien para uno mismo y para los demás.
Norma de Conducta:
Con mis riquezas haré todo el bien posible a los demás, en especial a los pobres.
no debemos ser envidiosos con nadie
hay que conformarnos y no ser envidiosos