El hombre, unidad de cuerpo y espíritu

Las enseñanzas de la Iglesia y la Sagrada Escritura sobre el amor, cuidado y respeto que el hombre debe tener por su propio cuerpo y el de los demás.

Enseñanza del Vaticano II

El Concilio Vaticano II, en su Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, resume las enseñanzas de la Revelación acerca del hombre y su especial dignidad. He aquí los puntos fundamentales:

– La Sagrada Escritura nos enseña que el hombre ha sido creado «a imagen de Dios», con capacidad para conocer y amar, y ha sido constituido, por Dios, señor de la creación visible.

– El hombre es, por su íntima naturaleza, un ser social. El matrimonio es la primera expresión de la comunión de personas.

– Creado por Dios en la justicia, el hombre, por instigación del demonio, abusó de su libertad y se levantó contra Dios. El pecado del hombre explica, en su última raíz, el desorden del hombre, tanto por lo que se refiere a su íntima constitución, como en su relación con los demás hombres.

– El hombre es una unidad de cuerpo y alma, de materia y espíritu.

– El hombre no debe despreciar la vida corporal. Por el contrario, debe tener por bueno al cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar en el último día.

– Herido por el pecado, el hombre experimenta la rebelión del cuerpo. Debe el hombre reencontrar, con la ayuda de la gracia, la unidad radical de su ser.

La enseñanza de la Sagrada Escritura

El primer dato y el más esencial es el que marca la dignidad del hombre como persona: «Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios le creó, los creó varón y hembra» (Gn. 1, 26-27). El hombre es imagen de Dios; refleja mejor que los demás seres la espiritualidad de Dios; puede conocer y amar. El texto de la Escritura señala, asimismo, la identidad de naturaleza entre el hombre y la mujer.

El segundo dato lo da el capítulo segundo del Génesis: «Formó Yavé-Dios al hombre del polvo de la tierra y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado». En estas palabras se muestra tanto la corporalidad del hombre como su espiritualidad, en una unidad íntima, que viene expresada por el término «ser animado».

El tercer dato revelado es la creación de la mujer a partir del hombre durante un sueño. El motivo sería dar compañía al hombre. La mujer es esencialmente igual que el hombre, pero diferente en su cuerpo y en su modo de ser.

El cuarto dato es el pecado original que destruyó el primitivo y perfecto estado del hombre. Con la desobediencia, el hombre rompió con Dios y, como consecuencia, se produjo un desorden íntimo en el hombre.

Una de las consecuencias principales del primer pecado es la rotura del equilibrio humano. El pecado rompe la unión del hombre con Dios e impide dominar el propio cuerpo, que adquiere tendencias contrarias al espíritu, La vergüenza fue la primera manifestación de este desorden, ya que Adán y Eva perdieron la inocencia original.

La unidad del hombre

La conciencia de la unidad sustancial del hombre reside en lo más íntimo de la concepción cristiana de la vida. Lo atestigua la Sagrada Escritura, como se ha visto.

El cuerpo es la expresión exterior de toda la persona humana.

El alma intelectual es lo que hace que el hombre sea lo que es, pero el alma sola no constituye la esencia humana, ni se le puede tomar corno el único elemento en la definición del hombre. El hombre es, en definitiva, una unidad sustancial de materia y espíritu, una unidad íntima.

Esta conciencia de la íntima unidad de alma y cuerpo evitará los peligros de cualquier manifestación de maniqueísmo. Esta doctrina afirma la indignidad de la materia, y, por consiguiente, del cuerpo; considera que el alma es el único elemento valioso del hombre, y que debe evitarse todo aquello que se relacione con la materia, pues será malo por naturaleza.

La doctrina maniquea se manifiesta a lo largo de la historia de múltiples modos, pero siempre con una misma aplicación: alma y cuerpo son principios contrapuestos, bueno uno, malo el otro.

Se pone de manifiesto cómo desde entonces (desde los primeros tiempos de la cristiandad) los cristianos no pudieron aceptar la doctrina maniquea sobre un cuerpo malvado y un alma buena. Y, a la inversa, tampoco podían sostener una concepción puramente biológica del cuerpo. Este no es un fin en sí mismo, está ordenado a un destino, unido al alma, que lo supera y le confiere su plenitud en la resurrección, irradiación beatificadora de la gloria del alma de Jesucristo. Así se explica la actitud cristiana frente al cuerpo. Se trata, ciertamente, de una búsqueda de la santidad y de un pleno despliegue de potencialidades; favorece el desarrollo armónico de todas las virtualidades físicas, pero es también dominio de sí y ascética. (Pablo VI).

El cuerpo humano

Ya se ha visto cómo Dios manifiesta la bondad de la creación material, al afirmar repetidamente en el Génesis: «y vio que era bueno».. Ese mismo calificativo merece el hombre, unidad de alma y cuerpo.

El cuerpo es bueno como elemento material que es; pero alcanza todavía una mayor bondad por su unión al alma para formar parte del hombre, ser superior en el universo. El Cristianismo ha afirmado esa bondad de lo corporal. La Iglesia ha defendido la propia bondad del alma considerándola unida al cuerpo, y rechazando todo falso espiritualismo.

De esa bondad del cuerpo se deduce una primera consideración: el amor, cuidado y respeto que el hombre debe tener de su propio cuerpo y del de los demás. Amor, respeto y cuidado que se manifiestan en diversos aspectos: cuidado de la salud, recta alimentación, descanso corporal, curación de las enfermedades, pudor y modestia para que el cuerpo propio no lesione la vida moral de los demás, etcétera.

La persona humana es un ser sexuado

La declaración «Persona Humana» de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (7-XI-75) afirma: «La persona humana, según los datos de la ciencia contemporánea, está de tal manera marcada por la sexualidad, que ésta es parte principal entre los factores que caracterizan la vida de los hombres. En el sexo radican las notas características que constituyen a las personas como hombres y mujeres en el plano biológico, psicológico y espiritual, teniendo así mucha parte en su evolución individual y en su inserción en la sociedad».

La enseñanza de la Sagrada Escritura

La Revelación contiene la siguiente doctrina sobre la sexualidad:

– La sexualidad es uno de los componentes de la naturaleza humana.

– Su finalidad es el matrimonio y la procreación.

– El pecado original introduce desorden en la naturaleza, desorden que afecta también al recto uso de la sexualidad.

Jesús, al interpretar el Antiguo Testamento, vuelve a proclamar la bondad del instinto sexual y la necesidad de su recto uso en el matrimonio. La salvación realizada por Jesús introduce un nuevo dato a considerar en la sexualidad: la capacidad sobrenatural que la gracia comunica al hombre para vencer el desorden introducido por el pecado original.

La unidad del hombre y la sexualidad

El ser humano es la unidad de cuerpo y alma. Por eso, se podría decir que el cuerpo es para el alma y el alma para el cuerpo. Todo lo que hace el hombre se atribuye al cuerpo y al alma, en unidad total. También la sexualidad afecta al hombre entero, no sólo a su cuerpo, y se integra en la capacidad humana de amar, cuyas dimensiones no sólo son corporales, sino espirituales. El amor entre el hombre y la mujer es algo más que biología, o instinto de placer. Por lo mismo, identificar sexo y placer es desconocer el sentido último y trascendente de la sexualidad: la mutua entrega en el amor del matrimonio, abierto a la fecundidad.

La sexualidad tiene dimensiones antropológicas, psicológicas y sociales. Sin embargo, es preciso tener en cuenta tres puntos esenciales:

a) No es lo mismo sexualidad que genitalidad. La sexualidad es la causa de la diferencia de los sexos. La genitalidad se refiere al aspecto puramente biológico de la sexualidad. Un hombre y una mujer son hombre o mujer en todo caso, aun cuando no estén desarrollando una actividad genital.

b) El instinto sexual humano no es igual que el de los animales. Todo el comportamiento humano está bajo el control de la voluntad. En el hombre, y según la ciencia más actual, no cabe hablar de instintos sino de tendencias, es decir, la persona humana tiene impulsos, también el sexual, pero siempre dominables por la voluntad y dirigibles al armónico desarrollo de la completa personalidad. No cabe, pues, un simple tratamiento biológico o -animal. de la sexualidad humana, porque ya no se estaría hablando del hombre, de la verdadera naturaleza humana: unidad de cuerpo y alma.

c) No todo en el hombre está movido por la sexualidad. Son muchos los factores que integran la personalidad humana, y no sólo la sexualidad. Más aún, ni siquiera la sexualidad es el elemento más importante de la actuación humana.

Por Enrique Cases

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8 comentarios

  1. El hombre de hoy sigue siendo geneticamente casi igual al de hace 2.000 siglos, sin embargo su nicho ecológico se ha transformado casi completamente, tanto que en muchos aspectos importantes el hombre moderno se ha convertido en un gran desadaptado; la ciencia y la técnica ha transformado totalmente el hombre, lo ha hecho vivir en otra dimensión.Podemos estar seguros de que el corto período transcurrido desde el descubrimiento de la agricultura hasta ahora no ha podido aportar cosas nuevas a nuestra dotación hereditaria. También podemos estar de que nada importante de nuestra vieja dotación genética ha desaparecido completamente.Los caminos de la evolución biológica son lentos y tortuosos, hacer y deshacer cuesta muchísimo tiempo. Para el hombre poder tomar la forma que tiene ahora pasaron miles de millones de años.

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  4. Son importantes las enseñanzas de sus artículos pero mas importante es que hayan tenido la idea de de buscar la manera para que todos lo pudieramos tener como es el internet, gracias por que nos ayudan no solo a conocer las sagradas escrituras si no que nos ayudan hacer tares gracias por eso

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