Mirar a María para comprender el sentido del amor católico

miraramariaint“Realmente su presencia en la tierra fue para Jesús, para su dura vida terrena, una tranquilidad, una dulzura incomparable”. Padre Mariano de Blas L. C

Mirar a María es entrar en el corazón de lo femenino. Personalmente pienso que a la Madre de Jesús hay que mirarla y mirándola comprender el significado específico de ser mujer.

Lo primero que me impresiona de Ella es su humildad. Humildad porque comprendió, sin antes no turbarse que lo que se le concedía era don de Dios. Me impacta mucho esto: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra” (Lc 1, 38). Esta frase reta a las mujeres cristianas de nuestro tiempo.

La palabra “esclava” tiene una connotación muy fuerte. El diccionario la define como la persona que por estar bajo el dominio jurídico de otra carece de libertad. Alguien completamente sometido a un deber…

María sometió su libertad a la de Dios, que le pidió ser virgen, que le pidió ser Madre de un solo hijo y que le pidió sufrir junto a Él hasta verlo morir. Esta es la religión cristiana del Amor. Y el amor católico no puede entenderse ni vivirse ni comprenderse sino desde aquí.

Santa María, por libertad propia, porque bien pudo decir NO, dijo Sí. Ese sí, es el que la hace la más grande de todas las mujeres, la más solicita , la más admirable, la más grandiosa, la más bellísima, la más mujer, la más santa, pues santo es el que dice sí al sacrificio, al dolor, a la imitación de Jesús en su vida y lo refleja a los demás.

¿Las mujeres católicas sabemos someternos? ¿Las mujeres católicas conocemos profundamente esta misión y tarea de ser las portadoras de la vida? Desde mi humilde opinión aquí comienza nuestra desconexión con la Santísima Virgen. Es decir, la miramos pero en realidad a muchas no nos atrae imitarla, porque imitarla es someterse, imitarla es hacerse esclava de Dios para que Él haga con cada una lo que quiera.

Imitar a María pues no es fácil. María se llamó sí misma esclava. Yo recuerdo que cuando estaba en mi propio proceso de conversión hacia la Virgen, sentía un rechazo al leer estas palabras: esclava… ¿por qué la mujer esclava? Y por esto yo, mujer, ¿tendría que quedarme en un matrimonio en el que el hombre me golpea, me maltrata psicológicamente, me humilla, me abusa y anula? Pues no, no es esta la esclavitud a la que se refiere Dios, pues aquí no se considera el valor y dignidad de la mujer.

Una mujer puede estar viviendo mucho sufrimiento de formas diferentes en el matrimonio y ofrecer ese sufrimiento para acompañar a Jesús y lo que recibirá a cambio es una enorme alegría, pero esto, ella lo descubrirá en la oración, tal y como lo estaba la Virgen cuando el Arcángel San Miguel se le aparece.

¿Se daba cuenta Ella a lo que iba, lo que le esperaba? Creo que sí y creo que no. Pues en nuestra vida al encontrarnos con Jesús y experimentar ese momento de conversión, no sabemos con certeza “qué nos va a pedir”.

Consideró que eso lo vamos sabiendo a medida que nuestra vida va desarrollándose. Dios suele darnos las cosas a cuentagotas, de acuerdo a nuestra capacidad para asimilar y comprender.

Ejemplo: mi marido perdió el trabajo, estaba muy feliz, teniendo un gran éxito empresarial y de un día a otro lo perdió todo. Le diagnosticaron cáncer a mi hijo de 10 años, me casé y el matrimonio no resultó lo que yo esperaba pues a él no le gusta mi grupo de amigos y ya no hay detalles o a ella le interesa su éxito profesional y no le gusta estar en casa con nuestros hijos.

En ejemplos tan sencillos como estos, tú y yo decimos sí, o decimos no a la religión del amor. Lo hacemos reconociendo como María que esa es la voluntad de Dios. Y aunque duele muchísimo, uno tiene toda la libertad y dominio para asumir y acoger ese dolor que será un llevar los sufrimientos de Jesús.

Cuando ese SI va cargado de sinceridad y de un quiero porque sí, la alegría se hace presente y esto es lo que el mundo, que huye del sufrimiento no comprende. Pero para aquél o aquella que es una persona de oración, es amar a Jesús y María y como ellos, ir caminando en la religión del amor.

Si las mujeres nos arrodilláramos como Marías de verdad cultiváramos la vida de oración, conociéramos a Dios, el mundo recuperaría la inocencia, la bondad, la estabilidad y la armonía. Porque cada mujer se convertiría en esclava de Dios, un Dios que pidió a la Llena de Gracia presenciar cómo humillaban a su hijo, lo perseguían, lo escupían, lo dejaban solo, lo maltrataban, lo torturaban, lo golpeaban y lo clavaban en una cruz poniéndole una corona con espinas.

Escribo esto y me asombra la locura, el desgarrador dolor de esta Madre.

Pues bien hay cientos y miles de mujeres católicas que viven a medias el sentido propio, hondo y transformador de ser seguidoras de Jesús.

Seguir a Jesús, contemplar e imitar a María es decirle sí  a la voluntad de Dios y al dolor que se hará presente en la vida. Porque es mentira que haya cristianismo sin dolor y es mentira que sea uno verdadero católico cuando no hay un observar y un conocer de la vida de María.

María es la que supo decir a Dios: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra”.  Entonces en ese momento ya no tuvo voluntad propia, ya sus sueños no fueron sus sueños. Haría y se sometería a la voluntad de Dios que se adueñaría de toda su vida habiéndolo visto y comprendido en lo profundo de su corazón. Si se hace una entrega tal, un abandono con un Fiat convencido, te aseguró que conocerás la felicidad y la plenitud aunque así atravieses el más profundo e inexplicable de los sufrimientos.

A partir de este día te invito amiga y amigo a elevar al cielo , contemplando su imagen su gran invento: el Santo Rosario. Amala con esta poderosísima arma católica, la más poderosa de todas después de la Eucaristía y sé tan hondamente feliz como lo fue ella en la tierra. Amén. Por favor reza por mí.

FIRMASHEILA

Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co

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