La vida desconocida de Juan Pablo II

El próximo domingo será canonizado el Papa Wojtyla, quizá el personaje que ha sido conocido por más personas en el mundo contemporáneo. Un Pontífice viajero y un hombre mediático, del que sin embargo, pocos conocen su interior. ¿Cuál es el mundo secreto de Juan Pablo II?

Este gran Papa realizó una gran labor pastoral, doctrinal y disciplinar durante los 27 años de su pontificado. Fallecido hace 9 años, Karol Wojtyla dejó una enorme herencia de encíclicas y documentos, de sínodos de obispos, de Jornadas mundiales de la juventud, de millares de kilómetros recorridos en sus viajes apostólicos.

Esa enorme capacidad de acción, junto con su gran don de gentes, ha sido quizá una nube involuntaria que cubrió lo más importante del Papa polaco: su vida interior, su vida mística de trato continuo con Dios, que es el gran secreto de su eficacia pastoral.

Desde muy jovencito, Karol tuvo una gran inquietud por el encuentro personal con Dios, mediante la experiencia de la oración y de la meditación. Importante para su crecimiento espiritual fue la persona de un sastre, Jan Tyranowski, quien le dio a leer a San Juan de la Cruz, cuando Karol tenía 20 años.

Cuando tenía 21 años, su padre falleció mientras él estaba cubriendo su turno de trabajo en la cantera Solvay, en Cracovia. Huérfano de madre desde hacía unos años, y habiendo perdido a sus dos hermanos, el joven Karol veló a su padre toda la noche. Fruto de esas largas horas de oración fue la decisión de ser sacerdote.

Esta actitud de unirse a Dios mediante la oración y la Eucaristía la cultivó durante toda su vida. Su amigo Andrzej Maria Descur, que llegó a ser cardenal, le compartió su departamento romano durante el cónclave para elegir al sucesor de Juan Pablo I, en octubre de 1978. Comenta que descubrió que el entonces cardenal de Cracovia se pasaba las noches rezando largas horas en la capilla, tumbado boca abajo.

Esa fue la manera cómo el elector polaco pedía a Dios por el futuro Papa, que resultó ser él mismo. Más que apostar por pactos entre cardenales, Wojtyla estaba convencido que el cónclave sería resultado de la gracia de Dios.

De igual manera, el gran éxito en sus viajes tenía como fundamento su intensa vida de oración diaria. Iniciaba el día temprano y pasaba un largo rato en la capilla, luego celebraba la Misa, aunque más tarde tuviera otra Eucaristía con las multitudes, y durante el día rezaba la Liturgia de las Horas y el Santo Rosario.

Desde su juventud Karol Wojtyla comprendió que la devoción a Santa María conlleva siempre un encuentro con Cristo. Por eso, tomó como lema episcopal “Totus tuus”, que significa “soy todo tuyo”, refiriéndose a la Virgen.

Hay una foto que plasma la síntesis entre oración y acción pastoral de Juan Pablo II. En Manila, durante la JMJ de 1995, el Papa se dirigía en helicóptero a la Misa con cinco millones de personas. El fotógrafo captó al Pontífice mirando a la multitud por la ventanilla, mientras levantaba el Rosario en la mano derecha. Rezar por esas personas era el secreto.

La ya próxima elevación a los altares de Juan Pablo II tendrá una gran variedad de significados, pues son muchas las facetas de la vida que ha iluminado con su vida santa y con su pontificado.

Pero sin duda, un aspecto importante que esta canonización quiere poner de relieve es que la revitalización de la Iglesia, depende siempre de que cada pastor, cada padre de familia y cada hijo un cristiano que esté espiritualmente unido a Jesucristo, mediante la oración y la Eucaristía. Ésta es quizá el legado más valioso –aunque sea poco conocido– que nos ha dejado Juan Pablo II.

 

lfvaldes@gmail.com

Columna


Padre Luis-Fernando Valdés: Licenciado en Filosofía (U. Panamericana, México) y Doctor en Teología (U. Navarra, España), en este blog comenta las noticias más importantes de la semana, con un enfoque filosófico, desde la razón creyente.

Profesor de Teología de la Revelación y Teología Moral Fundamental, ha seguido semana a semana el Pontificado de Benedicto XVI y ahora los primeros pasos del Papa Francisco.

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Un comentario

  1. Miles de bendiciones Padre Luis Fernando, por compartir el evangelio de los que están llamados a la santidad,

    Que Dios ilumine su caminar en esta santidad.

    Arturo Perez T, de Saltillo, Coah. Mex.

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