Emilita, Macario, y Gabriel Zaid

Una princesa zempoalteca –como atinadamente fue descrita en un poema- me visitó en alguna ocasión en mi departamento de estudiante en El Paso, Texas. Entonces ella tenía más de 70 años, y menos de un año después moriría. Vio la desnudez de mis muebles y decidió bordar un mantelito, conseguir unas flores, y fabricar un florero para adornar la mesita de centro.

Nunca voy a olvidar ese gesto que sucedió hace más de 25 años, ella era diabética, y eso no significó ningún impedimento para caminar el largo trecho del departamento hasta el centro de la ciudad, sobretodo de regreso ya que implica una prolongada y empinada subida. Mi abuela con esa y muchas otras actitudes, me heredó con su ejemplo muchas cosas que no se pueden aprender en los libros.

En el marco del 25 aniversario de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que se celebró la semana pasada, varias personas recibieron homenaje por sus más de 50 años de trabajo de manos del presidente de México, entre ellos el Ingeniero Macario Vega que cumplió ¡62 años de servicio público en el sector hidráulico!

Recuerdo hace un par de años cuando atendíamos una emergencia por el huracán Alex, y Macario al estar inspeccionando una cortina de una presa, se lastimó en una maniobra de compuertas. Su entereza, buen trato y sapiencia le han ganado el respeto de miles de profesionales, a mí me impresionó además de su calidez personal, que a su edad estuviera haciendo trabajo de campo como especialista, un profesional ejemplar.

El próximo 24 de enero cumple 80 años Gabriel Zaid, un intelectual mexicano que da testimonio de su fe en su quehacer como escritor, “que no hace concesiones en su búsqueda de la verdad” como diría Enrique Krauze. Y que ha hecho de su sencillez, una característica que paradójicamente le da fama por no buscar ser famoso, por no querer destacar públicamente, excepto a través de sus escritos. Un verdadero sabio reconocido por propios y extraños, y que entre otras cosas, nos enseña el valor del trabajo y la humildad.

Todos ellos: Emilita, Macario y Gabriel fueron y son personas mayores, todos productivos, todos dando lo mejor de sí -ellos mismos- en su actitud y su trabajo, como muchos ancianos que a pesar de su valor, en el mundo actual son ignorados y menospreciados por la cultura del descarte como diría el Papa Francisco.

El Obispo de Roma nos invita a buscarlos y atenderlos, a no abandonarlos, por el contrario, a abrevar en su sabiduría, y a desbordarnos en cuidados, atención y respeto, en ésta, la última parte de sus vidas, que si Dios nos concede también será nuestra vida. Esta reflexión y catblog la hice  después de disfrutar el video de El faro (The lighthouse) que los invito a ver en esta liga. Ojalá que siempre podamos ser más humanos con nuestros mayores.


Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez

Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.

Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»

Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).

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2 comentarios

  1. Aqui estamos mi hija y yo llorando con El Faro, le dije que su papa y yo moririamos algun dia, pues ya presencie sus lagrimas de tristeza en vida. Dice que me va a extraniar mucho. Lo lindo de la muerte es la continuacion de la vida, tanto de las proximas generaciones como el continuar a la vida eterna que nos espera en la Gloria.

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