El Sínodo y el Espíritu Santo

Un joven taxista argentino me explicaba que la avenida 9 de Julio era la más amplia y bella de Buenos Aires; cuando le pregunté por la efeméride titubeó, hasta que entre risas me dijo, ¡pero que va la independencia nacional! Entonces quise saber del libertador, y me dijo: ¡San Martín cruzó los Andes, creo que si fue el libertador, son historias de hace mucho tiempo! Pero su falta de dominio de la historia, no le restaba un ápice a su orgullo argentino, a su charla y a su hospitalidad.

Hay algunos católicos que en muchas ocasiones no son plenamente conscientes de la doctrina, y sin embargo su fe y la gracia del Espíritu Santo los llevan a crecer en la fidelidad y el camino de santidad, en la manifestación de la Caridad que viene de Dios en el encuentro con el prójimo, en la expresión concreta de su fe que para muchos es incomprensible en diversas formas de religiosidad popular, y sin embargo, ¿Cómo limitar la presencia del Espíritu Santo en dichas expresiones?

El Papa hoy al concluir el Sínodo para la Familia nos regaló una importante reflexión sobre la unidad de la Iglesia, y al mismo tiempo la fidelidad a Dios que nos acompaña en nuestro camino de fe. El Papa nos invita a confiar en la protección y acompañamiento del Espíritu Santo en la colegialidad, en el caminar juntos de los Obispos con el Papa, en la misa de conclusión del sínodo y beatificación del Papa Pablo VI, cito a este último en su discurso al sínodo de los Obispos: “Después de haber observado atentamente los signos de los tiempos, nos esforzamos por adaptar los métodos de apostolado a las múltiples necesidades de nuestro tiempo y a las nuevas condiciones de la sociedad” para atreverse a manifestar el mensaje de Cristo a quienes hoy sufren diversas circunstancias en sus familias que los alejan de la atención pastoral.

También el Papa nos previene sobre las tentaciones del progresismo y del tradicionalismo que se han manifestado en distintos momentos de la Iglesia, por ejemplo durante el tiempo del Concilio Vaticano II y posteriormente a éste cuándo las interpretaciones buscaban “jalar” hacia ambos extremos, llevando a muchos a romper con la Iglesia. La tentación de quienes les gustaría que todo fuese siempre igual a pesar de que el tiempo que vivimos no es igual: y por otro lado, la tentación de quienes buscan cambiar por cambiar, o quienes vencidos por su ideología y opiniones mundanas renuncian a la Cruz de Cristo, apartándose de la fidelidad.

El Papa agradeció la discusión abierta motivada por el Espíritu: “sin poner jamás en discusión la verdad fundamental del Sacramento del Matrimonio: la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la procreatividad, o sea la apertura a la vida.” Y nos recordó que esta “es la Iglesia que no tiene miedo de comer y beber con las prostitutas y los publicanos (…) la Iglesia que tiene las puertas abiertas para recibir a los necesitados, los arrepentidos y ¡no solo a los justos o aquellos que creen ser perfectos! La Iglesia que no se avergüenza del hermano caído y no finge no verlo, al contrario, se siente comprometida y obligada a levantarlo y a animarlo a retomar el camino y lo acompaña hacia el encuentro definitivo con su Esposo, en la Jerusalén celeste.”

Finalmente el Papa recordó que ahora se inicia un año de reflexión sobre estos temas para discutirse en el sínodo ordinario a realizarse en 2015, y de donde saldrán las conclusiones definitivas para “dar respuesta a tantos desánimos que circundan y sofocan a las familias.” Sin duda estamos viviendo un momento especial en la Iglesia que nos debe llevar a crecer en la oración y en la búsqueda de maneras para que nuestra presencia como discípulos de Cristo se manifieste con los que sufren en el seno de sus familias, y nos lleve a acompañar en el camino a quienes vamos buscando el encuentro definitivo con el Señor.

Demos gracias a Dios por este año -entre los dos sínodos- que nos permite la reflexión y oración en la Iglesia y nos fortalece como comunidad de fieles, y al mismo tiempo nos impulsa “con premura, a hacerse cargo de las heridas abiertas y a devolver la esperanza a tantas personas que la han perdido.” no nos dejemos dominar por las tentaciones y abrámonos a la acción del Espíritu Santo.


Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez

Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.

Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»

Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).

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